El mundo que me toca vivir, veinte años después del 11 de setiembre de 2001
Viernes, 10 Septiembre 2021 10:47

El mundo que me toca vivir, veinte años después del 11 de setiembre de 2001

No debe existir persona alguna en occidente que no recuerde qué estaba haciendo el 11 de setiembre de 2001 a las 08:46 (hora del este), y pese que para mi es una imagen imborrable, sería cutre y presuntuoso relatarlo, pero lo que podemos aseverar es, recordando a Alexandre Dumas en “Veinte años después”, que hoy D’Artagnán tiene que seguir luchando por sus ideales, aunque Cromwell logre cortarle la cabeza a Carlos I de Inglaterra.

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @ramonpunta

 

Cuando percibí que me encontraba cerca de la “consumación de mi tiempo” decidí instalarme en la capital del Reino de España, intentando un viaje más económico por aquello “de Madrid al cielo” y es desde ahí donde les envío mi relato.

El domingo pasado en la mañana me dirigía a Misa en la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas, en el barrio de Lista, distrito de Salamanca, un templo de estilo brutalista de la escuela de Le Corbusier, perteneciente a la Orden de los Dominicos, que en silencio día a día cumplen con los hermanos necesitados, siguiendo las enseñanzas de Santo Domingo de Guzmán, el San Francisco español (que no tuvo el eficiente aparato marketinero del Santo de Assisi), cuando de repente “vi la luz”, frase cursi para decir que algo sacudió tu vida.

En la esquina de mi casa, hay una parada de autobuses, perteneciente al eficiente sistema madrileño de transporte público, que sirve de refugio a las inclemencias del tiempo, informa sobre los minutos que faltan para que lleguen los próximos vehículos, se pueden depositar las pilas usadas y sus paneles comparten una útil información con publicidad institucional y comercial.

Observar el cartel que habían colocado la noche anterior, sacudió mis paradigmas, este decía: “ENCHUFA TU COCHE PARA GANAR EL CIELO”, de inmediato me pregunté, ¿y si en lugar de entrar a la Parroquia para asistir a Misa, continúo unos metros más y entro en el concesionario de automóviles que se encuentra al lado, me compro un coche eléctrico, lo enchufo y listo me gané el cielo?.

Llegado a este nivel de mis disquisiciones, tome conciencia que era domingo y debía esperar al lunes para que abriera el concesionario de automóviles, decidiendo por la tanto ir a Misa, hasta que encontrara el “enchufe milagroso”.

Como todas, la Misa tuvo su dosis de impacto y reflexión, era la despedida de un padre birmano que nos había acompañado los últimos meses, al cual producto del último golpe de estado le habían destruido su aldea, provocando que sus familiares y vecinos tuvieran que huir a las montañas; partía a Filipinas y Hong Kong, zonas que durante quinientos años evangelizaron misioneros españoles.

Como no pensaba “ir a la hípica”, ni “estar a las doce en José Luis”, dediqué mi caminata de mañana de domingo por el Retiro, para meditar sobre “el mundo que me toca vivir veinte años después del 9/11”, decidiendo de paso, si compro un auto para enchufarlo y ganar el cielo.  

Hoy, pese a la vocinglería, la humanidad vive su período de mayor calidad de vida de la historia, nunca el ser humano disfrutó de tanta seguridad y confort como en este momento en el cual, inclusive los más pobres, viven mejor que los nobles y reyes de hace quinientos años.

Occidente con todos sus defectos, errores, e inclusive miserias, logró un nivel de civilización nunca alcanzado, en el cual sus valores se derramaron por todo el orbe. Por si no lo entendieron “occidente es lo mejor que le podía haber pasado a la humanidad”.

Para poder interpretar esta visión les recomiendo una lectura profunda, con apuntes y glosas incluido, de cuatro obras que son: Fustel de Coulanges, La ciudad antigua (1864), Oswald Spengler, La decadencia de occidente (1923), Arnold Toynbee, Estudio de la Historia (1934) y Fernand Braudel, El mediterráneo en la época de Felipe II (1947).

La ciudad antigua me la regaló mi padre diciéndome: “no vas a entender la vida que te toca vivir, si no analizas profundamente este libro”; la obra de Braudel me la recomendó Alan García, víctima del siniestro criminal Marcelo Odebrecht, primer eslabón de la cadena de corrupción en Iberoamérica, que financió el Foro de San Pablo, antecedente del Grupo de Puebla, usinas del narco comunismo iberoamericano, corrompiendo a doce gobiernos alrededor del mundo, comenzando por Lula da Silva y Dilma Rousseff, hoy de vuelta a las puertas del poder.

Marcelo Odebrecht, y buena parte del empresariado paulista, siguiendo la tradición europea y norteamericana de algunos millonarios, de corromper todo lo que tocan, tomó un atajo y en lugar de ocultar sus culpas financiando universidades en la costa este de Estados Unidos, (siguiendo los dictados de la Escuela de Frankfurt, donde se creó una generación de minusválidos intelectuales), decidieron directamente corromper a los gobiernos y ensuciar a los que no se lo permitían, enriqueciéndose aún más y sometiendo al día de hoy a gran parte de América al narco comunismo, tarea que intentan exportar a Europa vía España, siendo este el primero de los enemigos que nos acechan hoy y que forma parte del gobierno de coalición social comunista.

A partir del 9/11 quedó al desnudo que todo lo acumulado en años de historia estaba en peligro, por enemigos tanto internos como externos. El lobo mostraba sus dientes, el terrorismo yihadista tanto sunita como chiita hacía una pausa en su eterno enfrentamiento, poniendo otra vez su diana en occidente como lo hizo en el siglo VIII, pero lamentablemente el leñador que tenía que capturar al lobo, se dedicó a hacer negocios petroleros, tan corruptos como los de Marcelo Odebrecht, siendo un completo inútil desde las perspectivas tanto militar y económica como política, terminando en una vergonzosa huida hacia ninguna parte.

Este segundo enemigo catalogado por Hilaire Belloc en su libro “Las grandes herejías” como la “herejía musulmana” a la cual, desde la actual conducción vaticana hasta los gobiernos de la Unión Europea, le temen y entregan en bandeja la cabeza de los católicos, al mismo tiempo que financian sus madrazas, sin tomar en cuenta que no pararán hasta que nos degüellen a todos.  

El tercer enemigo es una amalgama de dos corrientes, el terrorismo etarra que gobierna el país vasco y Navarra, y el separatismo catalán, (hoy extendido a Valencia y Baleares) también producto de la corrupción, en este caso de los empresarios catalanes que siempre gimieron “Espanya ens roba”, viviendo del dinero del resto de los españoles por las prebendas de los gobiernos centrales, en una maquiavélica maquinaria llamada “del tres per cent” que estableció hace cuarenta años el jefe de la banda criminal (recién hoy por sentarse en el banquillo), denominada el clan Puyol.  

Estos enemigos pueden seguir avanzando en sus objetivos sin mayores obstáculos, porque la sociedad está dedicada a una discusión, que le impide ver que las murallas de la civilización están siendo asediadas.

Esa discusión es producto del neo marxismo post Antonio Gramsci, e inclusive post Ernesto Laclau, que al desmoronarse sus teorías sobre la “lucha de clases”, inventaron la “lucha de sexos” edulcorada con nuevos paradigmas como “el cambio climático”, “gobiernos inclusivos”, “heteropatriarcado”, “políticas de género”, que van formando, con la eliminación de los sexos, la familia, y todo resto de organización social, una nueva sociedad sometida a los dictados de millonarios comunistas que han logrado dominar gobiernos, y sobre todo reinan sobre los medios de comunicación y las redes sociales.

Una de las pocas voces que se han alzado en contra de la destrucción de la familia, el aborto y la eutanasia, proviene de una parte de la Iglesia Católica, la cual es sometida a ataques permanentes por parte de medios de comunicación, financiados por poderosas empresas cotizadas en bolsa, como el caso de El País, que dirigido por Pepa Bueno se niega a nombrar la palabra “Navidad” remplazándola por “fiestas invernales”.    

Esperamos ansiosos el discurso de Biden, esta tarde, a los pies de las torres gemelas, donde les contará a las familias de las víctimas del 9/11, hacia donde pretende conducir el mundo durante los próximos veinte años, porque lo que hicieron los últimos veinte años ya lo saben.

Termino esta tormenta de pensamientos que me despertó el “enchufe que puede llevarme al cielo”, con la esperanza que falta poco para el lunes a la noche, mi oasis intelectual, donde podré escuchar las voces de Gabriel Albiac, Agapito Maestre y José Luis Garci, conducidos magistralmente por Dieter Brandau, que me ayudarán a ordenar mis pensamientos locos de una “mañana de verano”.

Portal de América

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