por Ramón de Isequilla, desde Madrid, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @ramonpunta
La última semana, el aparato de propaganda de la llamada “factoría redondo” trabajó a destajo y tuvo resultados positivos para sus intenciones de terminar la legislatura, con el apoyo de los partidos independentistas que sumados a los votos comunistas y a los socios de ETA le dan una mayoría necesaria.
La exigencia de los partidos independentistas es clara y tiene tres etapas, primero el indulto a los delincuentes condenados por sedición y malversación de fondos públicos, segundo la amnistía a los tres mil imputados o relacionados con el golpe de estado de octubre de 2017 y tercero un referéndum vinculante y pactado de autodeterminación, todos pasos necesarios para la independencia definitiva a la cual nunca renunciarán.
Sin entrar en los puntos dos y tres, que son imposibles en el ordenamiento jurídico vigente y necesitarían una reforma constitucional con sus consabidas mayorías, hoy inexistentes, lo que está sobre el tablero político son los indultos, rechazados tajantemente por la fiscalía y el tribunal que dictó la condena, abriendo una posible nulidad en caso que se efectuaran y sobre todo repudiados por una abrumadora mayoría de la ciudadanía española.
La tarea de la Moncloa consistió en emitir mensajes a la ciudadanía, que los indultos son lo mejor que le puede pasar a España y para ello contó con varias complicidades, unas esperadas y otras que llamaron la atención como la del presidente de la CEOE, que despertó la indignación de sus cuadros con los consabidos pedidos de renuncia.
A las cadenas televisivas, y a los dos periódicos nacionales, verdaderos órganos de propaganda del gobierno, se le sumaron los obispos catalanes que, con su sectarismo están vaciando los templos de su jurisdicción, habiéndose planteado cerrar alguno de ellos, confirmando que también en la Iglesia, cuando la política entra por la puerta los fieles huyen por la ventana.
El carnaval independentista no estaría completo sin las organizaciones empresariales catalanas que viven de las subvenciones, gracias a sus promesas de no atacar mucho a España en su discurso público, sólo lo necesario para mantener su estatus preferente al del resto de los españoles y por supuesto con el dinero de los impuestos de todos.
Todos a coro defendieron los indultos, ante lo cual la pregunta que se hace cualquier testigo externo de los hechos es por qué, y la respuesta muy sencilla, “la pasta”, o sea el manejo discrecional que hará la presidencia del gobierno de los fondos de recuperación de la Unión Europea, que cual maná caído del cielo promete empezar a repartir el gabinete de presidencia, aclarando que el único país de Europa que no tendrá un control externo del reparto será España, gracias a un decreto que aprobó el congreso con los votos de los independentistas.
Todo lo que diga el gobierno hay que apoyarlo, no sea cosa que quedemos fuera del reparto del botín, susurran los empresarios y sindicalistas que viven de las prebendas del Estado.
Es en este estado de cosas es que los castigados empresarios turísticos, víctimas de medidas arbitrarias de cierre de sus establecimientos con excusas pandémicas y no sólo abandonados por el gobierno, sino también insultados por sus ministros, deben estar muy atentos en cómo se reparten esos fondos, de los cuales según los anuncios les llegarán unos tres mil millones de euros, cifra desproporcionada respecto a las pérdidas acumuladas del sector, atendiendo primero a que realmente lleguen y segundo a quiénes y con qué criterio se otorgarán, no sea cosa que sean moneda de cambio de apoyos electorales y no los reciban los que realmente merecen y necesitan, pues para demostrar de lo que son capaces “sólo falta un botón”, la vergüenza del apoyo a Plus Ultra que ya se encuentra en los Juzgados, en el Tribunal de Cuentas y en Bruselas.
Esperemos que los besamanos que nos tienen acostumbrados las autoridades no callen las legítimas aspiraciones del sector.
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