por Ramón de Isequilla, desde Madrid, @ramonpunta
Los titulares de La Razón de hoy denuncian: “El plan de Sanidad obliga a Madrid al cierre perimetral y a impedir la entrada a bares y restaurantes”.
“La Comunidad asegura que no lo cumplirá y denuncia la manga ancha del Gobierno con Barajas, un coladero de nuevas cepas”.
Olvidando que finalizó (luego de seis meses) el “estado de alarma”, que el gobierno no se atreve a plantear su prórroga, temiendo una bochornosa derrota en el parlamento, la ministra de sanidad quiere imponer un plan sin ningún sostén científico serio, que destruirá la hostelería de media España, medida a la cual votaron en contra Madrid, Cataluña, país Vasco, Murcia, Galicia y Andalucía (amplia mayoría de la población española) y se abstuvieron Castilla y León y Melilla, votando a favor las clientelistas comunidades gobernadas por el partido de gobierno.
Esta medida, al no estar vigente el “estado de alarma”, no deja de ser una sugerencia y nunca una imposición, ya que la política sanitaria en tiempos normales es resorte de las comunidades autónomas y no del gobierno central, situación ignorada por la autoritaria ministra, que viene de un papelón, con la aplicación de la segunda dosis de la vacuna en los menores de 60 años trabajadores esenciales, donde el 90% de los involucrados eligieron lo contrario de lo que aconsejaba el gobierno y había intentado imponer fallidamente.
El sector, ante lo absurdo de la medida, todavía no ha reaccionado, pero la autoridad de la comunidad de Madrid, defensor a ultranza del turismo y abanderada de los tabernarios, ya salió a dar batalla.
Esta situación, me trae a la memoria a Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim cuando decían “Tristeza não tem fim, Felicidade sim”.
Pues parece que para el turismo español la felicidad y la esperanza duran poco.
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