Confirmado: Roma resucitó. Realmente es la ciudad eterna
Lunes, 10 Mayo 2021 14:04

Confirmado: Roma resucitó. Realmente es la ciudad eterna

Con alegría, pero sin euforia y con mucha sobriedad, Roma vuelve a vivir. Las calles antes invadidas por turistas hoy las disfrutan jóvenes y adolescentes romanos que, como decía Marcelo Mastroiani en La Dolce Vita, “Roma es una jungla cálida y tranquila”.

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid, @ramonpunta

Comencemos por el viaje, el primero luego del período más largo de mi vida sin volar; mi último vuelo fue el 11 de marzo de 2020 en la ruta Barcelona Madrid, volviendo de cubrir para el Portal de América la Cumbre de Ministros de Turismo Iberoamericanos en Andorra, horas después estallaba en España el covid y nada volvería a ser igual.

En aquel momento los aeropuertos estaban totalmente vacíos, todo era incertidumbre y principalmente miedo a lo desconocido, sin mascarillas y con ninguna medida de precaución, cual pájaros que sienten la inminencia de un terremoto, sabíamos que algo trágico iba a pasar.

Hoy es diferente, sabemos que pasó, que está pasando, pero no sabemos que puede pasar; medidas de seguridad todas, cumplidas estrictamente, lo mismo ocurre con los trámites que se deben realizar, para nada engorrosos, que consisten en: al entrar al aeropuerto exhibir tarjeta de embarque, (nada de llevar al cuñado a la despedida), en Fiumicino-Roma controlan la temperatura con un discreto sistema, no pude verificar si en Madrid existe, o es tan discreto que no lo ves.

Para embarcar hay que presentar boarding pass, ID y PCR o Prueba de Antígenos de menos de 48 horas, accediendo al avión estrictamente por filas, de la última a la primera y al desembarque en el sentido inverso, debiendo estar sentados hasta tocar el turno de tu fila, no más todos parados empujándose para salir.

Al desembarcar en Roma hay que mostrar el PCR y pasar por el control de temperatura, en Madrid sólo se debe presentar el QR de la declaración jurada que se debió llenar en la web antes del vuelo, lo cual hace muy ágil el trámite, confirmando una vez más que el avión es la forma más segura de viajar, por lo menos en los aeropuertos de Madrid y de Roma y volando por Iberia, contradiciendo a los medios de comunicación que no sabemos con qué intereses, insisten en atacar al transporte aerocomercial tachándolo de inseguro.

En ambos aeropuertos encontramos una gran cantidad de pasajeros, similar a la pre-pandemia en un día normal, con algunos locales comerciales cerrados y una oferta gastronómica reducida.

Llegado a este punto volvamos a Roma, la “ciudad eterna”, de la cual teníamos frondosa información de los malos momentos que se habían vivido, con un descontrol inicial y estrictas medidas incluyendo cierres totales posteriores. Hoy todo funciona, falta únicamente una cosa, los turistas. Ver Roma sin turistas puede resultar extraño, faltan las interminables filas conducidas por paraguas desteñidos, con auriculares multilingües que repiten descripciones vacías, pero llenas de anécdotas intrascendentes, todos ellos alojados en hoteles hoy cerrados o llegados en autocares que recorren la maravillosa geografía italiana en maratones del estilo “hoy es martes, debe ser Bélgica” o llegan desde los cruceros arribados a Civitavecchia.

Todo este panorama es remplazado por jóvenes romanos que disfrutan su ciudad, llenan sus calles, les quita el aspecto fantasmagórico de los peores momentos de los toques de queda, pero no consumen nada, ese es uno de los problemas.

Roma no tiene los bares de Madrid, orgullo de todos los “tabernarios” madrileños, ni los bistrós parisinos, con sus simpáticas mamparas, tiene en cambio unos restaurantes bellísimos con sus mesitas con manteles multicolores, que cumplen la multi función de restaurant, bar y cafetería donde tomar los capuchinos más ricos del mundo. En la zona turística están casi todos abiertos, pero semi vacíos, al contrario de lo que ocurre en Madrid donde conseguir lugar en alguna de sus 7.500 terrazas es tarea titánica.

En esta primavera del 2021 los romanos pasean orgullosos por su ciudad, admiran sus monumentos, rememoran su historia que es la “historia de la civilización occidental” pero no hacen un culto de sus terrazas, verdaderos “templos” de la hostelería como lo hacen los madrileños.

Fiumicino está irreconocible, limpio, ordenado, bien señalizado, hoy es un placer transitarlo y está preparada por lo menos la T3 para la futura vuelta de los pasajeros internacionales.

El tren que conecta el aeropuerto con “Roma Termini”, la Atocha romana, circula cada media hora los días de semana y cada hora los feriados, y con su estética del siglo pasado cumple honrosamente su función por 14 euros contra los 2,50 del tren de cercanías o los 4,50 del metro madrileño. Sus medidas de seguridad por el covid son eficientes y sobrias y sin ninguna sobre actuación.  

Para poder llegar a Roma debes ser ciudadano europeo y viajar por razones laborales, sanitarias, o académicas, nada de turismo por el momento lo mismo que para España, debiendo portar PCR o prueba de antígenos negativo, cumpliendo cinco días de cuarentena con test al quinto día o diez días corridos, salvo que la estadía sea menor a 120 horas. España exige similares requisitos salvo la cuarentena que no es exigida para europeos.  

Roma es, en este momento, en líneas generales más cara que Madrid, inclusive su hotelería, con poca oferta y baja ocupación inclusive en la zona de Vía Véneto donde sus iconos como el Excélsior se mantienen abiertos esperando nuevos tiempos.

Volvimos satisfechos de la fugaz visita confirmando que Roma sigue viva y por supuesto es “eterna”.

Portal de América

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