por Ramón de Isequilla, desde Madrid, @ramonpunta
Esta crisis está afectando por igual a empresas, trabajadores y destinos, con un telón de fondo, de una impensable reducción en la demanda de viajes de todo tipo, ya sean vacacionales, negocios, religiosos, culturales y deportivos por hablar de la “lista corta”.
La inexperiencia en el tema y los falsos mensajes de los gobiernos, cuyas últimas actuaciones sólo parecen estar dirigidas a cuidar sus tafanarios y no ser arrasados en las próximas elecciones, en lugar de ir al fondo del asunto y buscar soluciones reales para problemas reales de la población, que son su salud, su economía, y sus miedos.
Las visiones que se han manifestado en los últimos tiempos van desde panoramas apocalípticos, a optimismos ingenuos. Pero calma, no se va a acabar el mundo, pero tampoco este año saldremos de la situación e indudablemente a nuestro humilde parecer, el turismo seguirá siendo el mismo, pero más caro, quizás a los niveles relativos de los años 50.
Esto no va a ser muy corto y pese a ello, las ganas de viajar no sólo permanecerán, sino que, como todo fruto prohibido, crecerán.
Resistir y aceptar la dramática reducción de beneficios e inclusive las pérdidas, distinguirá entre los empresarios que seguirán en el mercado y los que desaparecerán.
El cliente, recurso escaso en la próxima década, desalojará al producto como centro de atención, el turismo masivo se tomará vacaciones por un tiempo. Los turistas serán menos y muchísimo más exigentes, pero sobre todo perseguirán la “seguridad” en sus desplazamientos.
La tecnología será de una gran ayuda tanto en la captación como en el devenir del propio producto. Pero no se pasen de rosca amigos, si metemos en la cabeza de nuestros clientes que todo es tecnológico y todo es virtual, primero se adormecerán y luego desaparecerán las ganas de viajar y el sofá desplazará al viaje.
El turismo NO es una industria tecnológica, como pretenden imponernos gurús y consultores estrella. La “tecnología” es una herramienta más, como lo fue el teléfono, el telex y el fax en sus respectivos momentos, la fiebre de las APPS nunca remplazará al placer y necesidad de viajar.
Uruguay y España por la calidad de su gente, corren con ventaja para la captación del cliente actual, por su trato personal y empatía, haciendo que los turistas se sientan siempre como en casa.
Un interesante tema de discusión para los próximos meses será la necesidad o no de que cada país tenga sus turoperadores nacionales y no depender de extranjeros, creando una capacidad logística y un mercado de capitales al servicio del turismo local, potenciando el simple ingreso salarial que queda para los locales.
Para todo esto es imprescindible el liderazgo empresarial, que se manifestó, para algunos todavía tímidamente, en la Cumbre Empresarial realizada por la CEOE entre el 15 y el 25 de mayo en Madrid presidida por el Rey, que está haciendo gala de su preocupación por el sector y no renuncia en estar en primera línea para apoyar al turismo.
Del mismo participaron en lo específico que nos preocupa: Jorge Marichal, presidente de CEHAT, José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, Simón Pedro Barceló, presidente del Grupo Barceló, Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, Antonio Catalán, presidente de AC HOTELES BY MARRIOT, Francisco López Sánchez, presidente de Lopesan, Luis Gallego, presidente de Iberia, Jorge Cosmen, presidente de Alsa, y Alejandro Aznar, presidente de ANAVE y del Cluster Marítimo Español.
En el informe final se dice respecto al turismo lo siguiente: “En el foro dedicado al turismo se trasladó que la recuperación económica únicamente será posible si se recupera la demanda a partir de una mejora de los índices de confianza de los consumidores, y si las empresas turísticas reciben las ayudas necesarias. En este sentido, se planteó que para proteger al sector y mantener la actividad y el empleo se necesitan, a corto plazo, medidas específicas como la aplicación de unos ERTES flexibles, políticas de líneas de avales, financiación extra y medidas para incentivar la demanda, como podría ser una reducción temporal del IVA. A largo plazo sería necesaria la modernización del sector, aumentar el tamaño de las empresas, impulsar plataformas turísticas españolas potentes (turoperadores) e invertir en formación, innovación, desarrollo y retención de talento”.
Portal de América