El turismo, Madrid y los miedos
Lunes, 15 Junio 2020 10:50

El turismo, Madrid y los miedos

La actividad turística está en su momento más crítico luego de tres meses de hibernación, con el agravante de políticas poco claras y contradictorias por parte del gobierno español, con una peligrosa pasividad en contraposición a la agresiva e inteligente actitud comercial de nuestra competencia, a lo que se suma para formar una tormenta perfecta, las infelices reflexiones públicas de varios de los ministros  y la actitud tanto de las autoridades de algunas comunidades autonómicas como de sectores de la población, manifestándose en contra de la presencia en sus territorios de turistas, principalmente los provenientes de Madrid.

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid

Cuando consideramos que era una irresponsabilidad la actitud de algunos ciudadanos, no dudamos en mencionarlo, pero ahora, no se trata de hechos ni de actitudes puntuales criticables, por no entender que debían guardar cuarentena y no irse de vacaciones, sino que enfrentamos un tema de fondo, que podría llevarnos a castigar al turismo de una forma irreversible.

Decíamos en nuestra nota publicada en Portal de América el 15 de marzo, en las primeras horas del estado de alarma, con el título “La irresponsabilidad de la burguesía madrileña”:

“Desde la noche del jueves, la irresponsable burguesía madrileña, cargó sus autos con las maletas, algo de comida, los peques, el perro, el loro y partió raudamente a su “segunda residencia” en Andalucía, Murcia, Valencia, Cantabria, Galicia y cuanta playa se les pueda ocurrir en los litorales mediterráneo, atlántico y cantábrico. A la abuela no la llevaron, ni se despidieron de ella, pues se encuentra confortablemente instalada, en una residencia de ancianos y desde hace una semana, las autoridades de la Comunidad de Madrid prohibieron las visitas para evitar el contagio a ese grupo de riesgo.

Fue tal el desembarco de los improvisados turistas, que cundió la alarma en los pequeños pueblos costeros que, temiendo un contagio masivo, tomaron los alcaldes de alguno de ellos, medidas restrictivas a la circulación.

Desbordaron los centros de información turística averiguando que actividades podían hacer con los niños, pensando que estaban de vacaciones en lugar de estar encerrados en sus casas para frenar la pandemia. Las terrazas de los bares  y las playas se llenaron, en un obsceno espectáculo de negligencia e indiferencia por la salud de la comunidad.

Por suerte en las últimas horas las autoridades han tomado las medidas que se deben tomar en emergencias sanitarias, esperando que la sociedad reaccione y todos juntos combatamos el virus siguiendo las estrictas recomendaciones de los responsables sanitarios.

En la madrugada nos llegan noticias desde Uruguay que se han suspendido las clases y van tomando medidas, cuando todavía están a tiempo de mitigar los daños del coronavirus.”
 
Las circunstancias actuales no son las mismas que el 15 de marzo, puesto que a la fecha y especialmente luego del próximo 22 de junio, tomando las precauciones necesarias, ya se pueden preparar los próximos traslados a los centros vacacionales en ocasión de la inminente temporada estival, y es en este momento cuando empiezan a aparecer señales de rechazo a la llegada de turistas.

Durante los dos últimos años abundaron en Cataluña y Baleares movimientos contrarios al turismo, realizando ruidosas y agresivas manifestaciones en las cuales se produjeron destrozos y agresiones menores a los turistas, no sin la simpatía de algunas autoridades que acompañaban el rechazo al turismo con medidas restrictivas a la actividad como la alcaldesa de Barcelona. Pero aquello era un tema puramente ideológico, hoy las cosas pasan por otros paralelos que no son ni el de New York ni el de Pekín.

Néstor Rego , diputado por el Bloque Nacionalista de Galicia (BNG), miembro de la Unión Popular de Galicia, en su intervención en el Congreso del día 3 de junio, nos confirmó una información que manejábamos hace semanas sobre corrientes de opinión en Galicia, que se oponen a la entrada de turistas por temor al contagio.

 

Es lógico ante el temor, que los ciudadanos comunes intenten tomar precauciones para alejar un peligro que entienden les puede afectar, pero para ello el estado cuenta con medios suficientes para proteger e informar sobre determinados peligros y el real alcance de estos.

El diputado Rego transmitió al Pleno del Congreso la preocupación de alcaldes de comarcas gallegas por la llegada de visitantes (sin llegar a nombrar en ningún momento la palabra “turismo”) diciendo textualmente: …“señor presidente hace quince días el BNGA planteó la necesidad de permitir la movilidad interprovincial dentro de una comunidad autónoma, siempre que las provincias estuviesen siempre en la misma fase, se nos dijo que no era posible, optando por mantener contra toda lógica el control centralizado y esa relación políticamente tan perversa de Madrid y sus provincias, el problema es que frente a esa cerrazón que impide que los gallegos y gallegas podamos movernos por nuestro territorio, estamos viendo que personas que no pueden hacerlo si lo hacen, ante la inacción de quien asumió y tiene la responsabilidad de controlar la movilidad. Estos días alcaldes y alcaldesas están denunciando con preocupación la presencia creciente y masiva de personas foráneas en las vilas de toda la costa gallega, que llegan sin ningún tipo de restricción, que representan un riesgo muy importante de rebrotes para la población gallega, porque mayoritariamente proceden de comunidades que aun están en la fase uno como Madrid”

Asimismo, y en el otro extremo del espectro ideológico, el presidente de la Xunta de Galicia Alberto Núñez Feijoo dijo, según “La Opinión de La Coruña”: "Si vienen de comunidades autónomas con situaciones epidemiológicas factibles y compatibles con Galicia, entendemos que deben venir. Si no es compatible, entendemos que no deben venir", aclaró.

Esto afectaría de manera importante a la llegada de visitantes puesto que el 14 por ciento de los turistas que llegan a Galicia proceden de Madrid. La comunidad gallega es, de hecho, el tercer destino preferido de los madrileños, muchos de los cuales tienen aquí su segunda residencia. Pero esta comunidad va con retraso en la desescalada debido a que el virus la castigó con más intensidad, de manera que el flujo de visitantes desde la capital hacia Galicia podría suponer un riesgo.

Feijóo es consciente de que no se le puede decir al sector turístico "que no venga nadie", pero aboga, al menos, por limitar la entrada a aquellos ciudadanos de territorios con una situación epidemiológica similar a la gallega.

Y es que, si bien el presidente de la Xunta está "convencido de que buena parte del turismo internacional" no va a acudir, ha apostado por que "pueda venir parte" del nacional, que supone "casi el 80 por ciento" de los turistas que recibe la comunidad gallega”.

El “Faro de Vigo” publicaba: "El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, es consciente de que cerrar fronteras supondría un mazazo importante al sector turístico, un importante motor económico, pero aún así advierte que no se debería permitir la llegada de turistas de autonomías con peor situación epidemiológica que la de Galicia."

En enero de este año “La Voz de Galicia” afirmaba respecto al 2019: “…..nunca tantos viajeros extranjeros habían visitado la comunidad. Los más de 1,4 millones de turistas llegados de otros países sumaron más de 2,1 millones de pernoctas en alojamientos gallegos. Ambas cifras crecieron más de un 11 % respecto al mismo período del año anterior. El número de pernoctaciones es el mejor desde que hay registros.

Pero además, nunca antes el turismo internacional había supuesto un cuarto de la demanda hotelera registrada en Galicia”.

Confirmado en misma fecha por “La Región”, la comunidad se sitúa a la cabeza de crecimiento de España: “Galicia ha superado los 5,1 millones de visitantes en 2019, lo que cierra una década de "récords" en este ámbito y sitúa a la comunidad a la cabeza de crecimiento de España, con un 6,2 por ciento frente al año anterior y un acumulado de un 23 por ciento en los últimos diez años.”

Estos antecedentes nos confirman que en Galicia saben lo que significa el turismo, pero tienen miedo, un miedo totalmente racional y justificable, que los gallegos manejan con educación y sin estigmatizar como nos tienen acostumbrados con su cultura y buenos modales.

Pero no en todos lados es así, en algunos parajes, el miedo da rienda suelta a fobias que tienen poco que ver con el virus y mucho con ideología.

Esto lo resume el ABC en un interesante artículo titulado “«Madrileños, go home», el grito de guerra de los territorios libres de virus en la desescalada”, que transcribimos textualmente para que nuestros lectores lo utilicen como pieza de análisis y reflexión.

“Algunos rincones de España no quieren ni ver asomarse a turistas provenientes de «zonas infectadas»

«Hemos cambiado de fase. Es lo que en Psicología Social se llama abandonar la meta común de grupo, superordenada (o en el sentido de clan), dejarla aparte y volver a la lucha individual de cada uno». En el caso de la pandemia, tras la explosión de casos y su embestida más que importante en territorios como Madrid y Cataluña, el salto ha sido de «sobrevivir» en comunión, deshaciéndonos en balcones y aplausos, al «desmembramiento» por comunidades autónomas o zonas, la división entre infectados y no infectados, de una forma paralela al avance que ha tenido cada una de ellas en el plan de la desescalada aprobado por el Gobierno.

Este análisis social parte de psicólogos como Silvia Álava y Enrique García Huete. Ambos certifican «el sentido de estigmatización» que abunda en ciertos lugares de España a los recién llegados de zonas donde la pandemia ha golpeado con mayor contundencia. Sean turistas, o nacidos en el pueblo que regresan por alguno de los cinco motivos que permite el actual estado de alarma (laboral, o sanitario, entre otros), la recepción no es una ovación cerrada. De hecho, es tal la profusión de estas acciones de cuestionado civismo que, a comienzos del pasado mes de abril, el Defensor del Pueblo emitió un comunicado en el que se constataba que tenía conocimiento de «que algunas autoridades locales han autorizado nuevas restricciones a las ya impuestas por el decreto que establece el estado de alarma», por lo que la institución, tal y como recuerdan fuentes de la misma a ABC, insta a esas entidades locales y corporaciones municipales a eliminar cualquier bando o comunicado en el que se recojan mayores limitaciones a la libertad y movilidad de las personas a las ya contempladas en el Real Decreto para garantizar la igualdad de trato a la ciudadanía en todo el territorio nacional.

Pero lo que se ha dado en llamar «cañifobia» o «madrileñofobia» (sobre todo por la mayor acumulación de contagios de Covid-19 en Madrid), aunque asalta ya a otros territorios como La Rioja y Cataluña, se sigue produciendo en diversas zonas de España, tal y como ha podido comprobar este diario. Sigue siendo un grito de guerra en pleno desconfinamiento, tras un encierro prolongado que muchos no quieren ver peligrar ahora por la llegada de «exiliados».

Son muestras de esta ola de fobia una pintada de «Madrileños, go home» en un pueblo de Murcia; un bando municipal en la Mariña lucense a cargo de un regidor que pide a sus vecinos «que denuncien (¡Denunciade!)» si se acerca algún ciudadano proveniente de los epicentros del coronavirus en España; un pregón que circula entre los WhatsApp de los vecinos de municipios de Teruel aislados del virus y en el que no se impone, pero se «ruega» a turistas y descendientes del pueblo que se «mantengan en cuarentena» 14 días después de llegar a su segunda residencia, si es el caso, un extremo que Pedro Sánchez tanteó para los turistas internacionales que llegasen del extranjero al país a partir de julio y que luego, visto el resultado y el desagrado que cundió entre los países remitentes de ese turismo, levantó sin restricciones. En otros lugares, se «llama» a la población a «avisar» si llega un madrileño, una recreación de la «vieja del visillo» pos-coronavirus.

«Son medidas incívicas, indignantes y absurdas. Hay que abundar en la generalización de la incidencia en todo el país y en que todos somos población con riesgo de contagio y de contagiar, así que hay que mantener las medidas de distancia social y el resto de peticiones que nos recomiendan las autoridades sanitarias, pero respecto a todos, no solo a unos cuantos, o por barrios», dice García Huete, director de Quality Psicólogos. «Peligro y duda dan como resultado el rechazo, por ejemplo, la madrileñofobia. Se cae en la exclusión y el estereotipo, como, salvando las distancias, ocurría cuando se marcaba con un punto rojo a los drogodependientes o personas con VIH», equipara el también profesor de la Universidad Cardenal Cisneros de Madrid.

Algunos barrios y vecindarios se convierten en verdaderas fuentes de «rastreo» de contagiadores, algo que, según Álava, da vida a lo «peor de esta pandemia». «Ya hemos vivido lo mejor, con unión, acciones de solidaridad y remar juntos para salir, pero aunque no hayamos salido», en este momento en que parece diluido el embate y el virus está más controlado, «ya no somos una piña y habría que empatizar con las circunstancias de esa persona que vuelve al pueblo donde nació, por qué lo hace, si tiene unos motivos médicos o emocionales para hacerlo», por ejemplo, añade.

Empujados por el miedo

Por su parte, para el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Miguel Hierro, no hay riesgo de «guerracivilismo» o división en dos Españas, entre los infectados o con riesgo, y las zonas «libres de virus». «Este tipo de reacciones y mensajes no son extraños en este tipo de circunstancias. Surgen desde el miedo y la necesidad de reaccionar para protegernos de un riesgo. Lo que sucede es que el riesgo tiene un componente subjetivo muy elevado, de manera que la percepción de cada persona no tiene por qué obedecer a información objetiva». Arguye: «Cuando nos sentimos amenazados, la necesidad de sentirnos parte de un grupo que nos ofrezca protección aumenta. Todo esto genera esas reacciones adversas, con mensajes, como “los madrileños traen la infección: no les dejemos venir” nos sentimos más seguros teniéndoles lejos», completa este especialista en Salud Mental en HM Hospitales. «A esto podemos añadir que la comunicación dentro del grupo de referencia se vuelve muy sesgada (como todos hablan de que la infección viene de Madrid y nadie se plantea si, quizás, eso no es exacto, la información que se comparte, crece y se fortalece es que la infección viene de Madrid)».

Con todo, dice Hierro, se comete un «flaco favor a la oportunidad de colaboración y generosidad» que ha facilitado el coronavirus para que las personas queramos ayudarnos y no alejarnos. Un poco más.

«Son tan responsables los que van como los que los reciben»

Hasta la «nueva normalidad», tras la fase 3, el Ministerio de Sanidad recuerda que no se recuperarán los viajes interprovinciales. Así que, para los psicólogos, en ese cruce de fobias y reacciones, «tendríamos que buscar responsabilidades en ambos lados: la persona que vuelve a un lugar y la persona que lo recibe, porque lo que se demanda en este momento es responsabilidad en los desplazamientos» para evitar la propagación sin sentido de virus y entre territorios.

Eso sí, completa Silvia Álava, del centro Álava Reyes, «no se debe nunca caer en discursos que fomentan el odio, hay que pararse, analizar y no dejar de autorregularnos. Ciertos comentarios, como esos bandos municipales que desacreditan al que llega son lesivos, hieren los sentimientos de los demás, y buscan lo que se ha hecho mal en una persona externa, cuando esto es cosa de todos. No hay que meter a todo el mundo en el mismo saco, aunque el ideal sería que no se viajase». Los psicólogos tampoco desdeñan el componente de irritabilidad que ha provocado el encierro dilatado. «Estamos irascibles, a la que salta, pero no hay que olvidar otro elemento: los sistemas de salud están dimensionados para la población que abarcan, tampoco es muy responsable saturarlos con la llegada masiva de olas de turistas. Se debe ser más responsable que nunca», añaden.

Portal de América

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