por Mag. Nicolás Raffo Menoni, desde Montevideo
Sin dudas el tema de la Inteligencia Artificial (IA) llegó para quedarse y les invito a repasar algunos artículos que ya hemos compartido en PDA.
El mundo de hoy ha cambiado, vivimos en un mundo donde las personas viven más, las mujeres se han incorporado activamente al trabajo y esto ha hecho bajar las tasas de natalidad; las personas antes trabajaban 40 años y se jubilaban con una expectativa de vida de 10 o 15 años; hoy las personas trabajan menos años y tienen una expectativa de vida mucho mayor, de hasta 20 o 30 años jubiladas.
Vivimos en un mundo hiperconectado donde cada vez tenemos más acceso a la tecnología y tenemos que desafiarnos para ver cómo le agregamos valor a lo que hacemos.
Estamos en un tiempo de transformación tecnológica que necesariamente transformará a las personas. Lo que ayer era ciencia ficción hoy ya llegó y es una realidad.
"El problema no es que vamos a hacer con la Tecnología sino lo que la tecnología va a hacer con nosotros las personas."
Siempre se oye hablar de que el valor de una persona o de un trabajador está en el valor agregado que sea capaz de incorporar a lo que hace y en ese aspecto la IA puede ser de gran ayuda y en ese aspecto los líderes tendrán el desafío de poder inspirar, contener, apoyar y potenciar a las personas para que puedan desarrollarse y ser mejores.
Se hizo mención al hecho de que hoy se habla de que las softskills o habilidades blandas serán fundamentales para las personas y se pregonan activamente, pero los sistemas educativos actuales no las enseñan y las personas a cargo de contratar trabajadores mucho menos las contratan.
Estamos teniendo una brecha en ese aspecto que debe ser revisada.
Características como liderazgo, empatía, flexibilidad, trabajo en equipo, ética e integridad, capacidad de aprendizaje continua, colaboración, priorizar a las personas, trabajo en redes, son las más mencionadas y son las que deben priorizarse a la hora de formar a las personas.
Entre las ideas más destacables que podemos mencionar está la de que la IA debe poder servir para aumentar y potenciar las capacidades de sus usuarios y no sustituirlas; pero en la medida que las personas aumenten su productividad, serán necesarias menos personas, lo cual puede terminar siendo una paradoja. No solo habrá personas que perderán sus empleos, sino que también ante el aumento de la productividad será necesario contratar menos personas.
Es real que para que ese aumento de la productividad suceda hay que poder saber interactuar con ellas porque generará inexorablemente brechas entre quienes sepan utilizarlas y comprenderlas y aquellos que no lo sepan. Por eso hemos comentado antes que perderás tu empleo no con la IA sino con alguien que sepa utilizarlas e interactuar con ellas.
Ante esto está previsto que aquellos empleos que sean fácilmente automatizables y se compongan de acciones repetitivas son los que más fácilmente podrán ser sustituídos por sistemas de IA, pero también es real que surgirán nuevas profesiones o empleos (obviamente en otras condiciones diferentes a las actuales).
Hay que prepararse para aprender en forma permanente y ya no será viable aquel trabajo que duraba 40 o 50 años.
La adopción en el uso de estos sistemas ha dado paso hoy al relacionamiento con los nuevos sistemas de IA, ya resulta absurdo oponerse a su uso y adopción porque llegaron para quedarse y se espera que sigan evolucionando en forma brutal y exponencial. Todas las carreras y actividades de hoy deben vincularse con el uso de las TICs y sus avances para poder generar sinergias ganadoras.
Tenerle miedo a la IA no es el camino; hay que animarse a utilizarlas, probar y equivocarse, probar sus capacidades y utilidades para poder sacarles un mejor provecho a su uso.
El desarrollo de los nuevos avances que aparecerán será un juego para unos pocos grandes operadores u organizaciones que tienen la capacidad de inversión necesaria para ello y las grandes sumas de dinero necesarias para generar su desarrollo será una verdadera barrera de ingreso al juego. Las cifras que se manejan son siderales y exceden los cientos, de miles, de millones de dólares.
Invertir en innovación e investigación y desarrollo será fundamental y se plantean las asimetrías entre aquellos países que invierten entre un 4 y 6 % de su PBI frente a Uruguay que invierte menos de 1% de su PBI.
A esto le agrego por mi cuenta y a los efectos ilustradores el caso de Uruguay y de Israel, que en el caso de nuestro país invierte un 1% sobre un PBI evaluado en 77 mil millones de dólares e Israel que invierte en el entorno del 5% de su PBI que está estimado en 563 mil millones de dólares.
La realidad nos dice que Uruguay invierte en el entorno de 770 millones de dólares al año y en el caso de Israel se invierten unos 28.150 millones de dólares en el mismo período de tiempo.
¿Adivinen ustedes dónde es más viable y posible que aparezcan más y nuevos desarrollos e innovaciones?
Ante esta realidad a nuestro país no le queda otra opción que poder definir en qué áreas tenemos más potencial y oportunidades para ganar y en cuáles para mejorar y optimizar las inversiones a realizar y fomentar.
Sin dudas tenemos nuestras oportunidades y tenemos que ser capaces de aprovecharlas de la mejor manera.
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