por Ariel Badán Carreras, desde Córdoba
En el caso brasileño, el plan más sólido es la conexión entre São Paulo y Río de Janeiro, el corredor con mayor flujo de pasajeros del continente. Este proyecto lleva años en carpeta, fue actualizado técnicamente y continúa recibiendo propuestas de financiamiento desde China, Japón y Europa. El gobierno incluyó el tema en su agenda de infraestructura, lo que mantiene viva la posibilidad de iniciar obras en los próximos años. Si se concreta, sería el primer tren de alta velocidad de América del Sur, reduciendo los tiempos de viaje entre las dos ciudades más importantes del país.
El llamado Trem de Alta Velocidade (TAV) recorrerá una traza total de 510 kilómetros, lo que permitirá unir Río y San Pablo en apenas 1 hora y 45 minutos. Hoy, ese trayecto suele demandar más de seis horas por ruta, una de las más transitadas del país.
El objetivo del proyecto es duplicar o incluso triplicar la capacidad ferroviaria actual porque la red brasileña todavía cuenta con tramos que no superan los 160 kilómetros de extensión. La obra, considerada sin precedentes en el continente, busca además descomprimir el tráfico automotor y ofrecer una alternativa sustentable frente al uso intensivo de rutas y vuelos domésticos.
La inversión estimada oscila entre los USD 10.000 y USD 20.000 millones y se prevé que las obras comiencen en 2027, una vez finalizada la etapa de planificación. Si se cumplen los plazos proyectados, el tren podría estar operativo a comienzos de 2032, marcando un antes y un después en la movilidad interurbana del país.
Al mismo tiempo Perú busca dar un salto histórico en su infraestructura de movilidad con el avance del proyecto de tren de alta velocidad que unirá Lima con Ica, un corredor estratégico para turismo, comercio y transporte interprovincial. La iniciativa apunta a transformar un trayecto que hoy demanda más de cuatro horas por carretera en un viaje aproximado de dos horas, con trenes capaces de alcanzar velocidades cercanas a los 200 kilómetros por hora.
Los estudios de preinversión han contemplado un trayecto de más de 280 kilómetros y la construcción de una nueva infraestructura ferroviaria con doble vía, estaciones intermedias, tramos en viaducto y túneles, además de un sistema de electrificación pensado para trenes de última generación. El objetivo: descongestionar el flujo vehicular hacia el sur, reducir tiempos logísticos y abrir nuevas oportunidades para el turismo costero. Estimaciones difundidas para Lima–Ica rondan varios miles de millones de dólares (en notas se mencionó cerca de USD 6.500 millones en alguna etapa informativa), con objetivos de dinamizar turismo, logística y reducir congestión y emisiones. Estas cifras pueden variar según alcance y financiamiento final.
En 2024–2025 el Ministerio de Transporte y Comunicaciones y autoridades han anunciado estudios adicionales y coordinación con empresas internacionales (China, Corea, etc.) para ampliar o ejecutar proyectos ferroviarios de gran escala; sin embargo, fechas de inicio y plazo de ejecución aún fluctúan según financiamiento y decisiones políticas.
La región mira con expectativa la consolidación del primer tren de alta velocidad, una tecnología que ya es cotidiana en Europa y Asia. Si Brasil logra asegurar inversiones, Sudamérica podría finalmente ingresar a la era ferroviaria moderna con su primer tren rápido en funcionamiento —una señal de integración y desarrollo largamente esperada.
Portal de América





