En las últimas horas, el vocero oficial de la Presidencia de la Nación argentina anunció: “Quiero contarles que esta administración ha decidido despedir a dos funcionarios de la cartera de turismo, uno de ellos es el delegado del turismo en Miami, quien tenía un salario mensual de 13.000 dólares desde hace 31 años. También pasó lo mismo con el delegado de Turismo en París, quien desde hace 11 años cobraba 9.000 dólares por mes”. Conocida la noticia sobrevino una catarata de opiniones en las que se comentaba el hecho como una prueba más del despilfarro que en materia económica se sabe que caracteriza a las administraciones de los pasados gobiernos kirchneristas y justicialistas. Con esta reflexión que encaramos en la presente columna, debemos aclarar desde el inicio mismo, que corresponde que nos situemos muy lejos de la pretensión de juzgar la procedencia o no de la medida del gobierno de Milei. Simplemente nos permitimos tomar el tema como disparador de nuestra opinión de cara a analizar la consideración que nuestra actividad tiene en los sistemas políticos de los diferentes países.