En la temporada alta del turismo de sol y playa, los municipios costeros se llenan hasta la bandera; encontrar un sitio para comer o cenar sin reserva puede ser un imposible y lograr un sitio en la playa para plantar tu sombrilla casi una odisea. A casi todo el mundo le gusta este tipo de destinos por su clima, sus encantos, etc. Pero, si tanto gusta, ¿por qué en el resto del año muchas zonas costeras parecen casi pueblos fantasmas? ¿Por qué los hoteles se ven obligados a cerrar durante varios meses? ¿Hay alguna posibilidad de darle la vuelta a esta situación?