El objetivo de la medida fue aumentar el turismo, pero poco después llegó la pandemia del coronavirus, lo que impidió evaluar el impacto de la medida (costos vs. beneficios).

Según reporta nuestro medio asociado en Brasil, Aeroin, el gobierno de Lula argumenta que la revocación se basa en el principio de reciprocidad, ya que estos países exigen algún tipo de visa para Brasil.

Sin embargo, no se ha comentado si el gobierno federal tiene la intención de tomar la misma medida el próximo año, cuando la Unión Europea comenzará a exigir una visa electrónica para turistas brasileños.

Las aerolíneas brasileñas, a través de la Asociación Brasileña de Empresas Aéreas (ABEAR), ya habían afirmado que la medida tiene un concepto obsoleto y que el aumento de costos y burocracia para ingresar a Brasil dificulta la recuperación del sector en el país.

“Hoy en día hay más de 80 países que exigen visado. Entiendo el sentido de reciprocidad, pero es un concepto anticuado”, había dicho el mes pasado durante una audiencia sobre este tema el presidente de ABEAR, Eduardo Sanovicz.

“Aunque sea un proceso simple [la emisión de un visado] tiene un costo. Espero que el gobierno revise esta postura”, agregó el directivo, señalando que esta medida podría afectar aún más a un sector como el aéreo, que ya lidia con una elevada carga tributaria, tiene uno de los combustibles de aviación (QAV) más caros del mundo y enfrenta valores elevados en el alquiler de aeronaves debido a la tasa de cambio del dólar.

Según la página del Itamaraty (sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil), la medida entrará en vigor a partir del 1º de octubre de 2023. Se cobrará a los turistas estadounidenses un valor de USD 160 (R$790), a los australianos USD 120 (R$599), y a los canadienses y japoneses USD 80 (R$399), siendo el valor de referencia siempre en dólares estadounidenses.

Portal de América - Fuente: Aviación on line