La uruguayez de la chiquita
Miércoles, 26 Febrero 2014 10:24
Nelson Di Maggio
No voy a ponerme a opinar sobre arte, no soy tan atrevido ni desubicado. Mis conocimientos acerca de esa manifestación de la raza humana son muy básicos, elementales diría, por lo tanto puedo pararme ante una obra como en el Facebook y cliquear "Me gusta" o en la anunciada y no concretada "No me gusta". Pero vuelvo a pedirle permiso a Neruda y a confesar que he vivido y lo he hecho intensamente y con los ojos muy abiertos y con una sensibilidad que debe haber venido en los genes, la cual agradezco de verdad porque me ha permitido obtener logros inconmensurables en mi entorno inmediato, el familiar, el de los afectos, lo cual me hace feliz.
Por los años, el know how del error y esa sensibilidad, mi riesgo de error al evaluar a otros es bastante bajo, aunque nunca infalible, me equivoco como el mejor.
Entonces, cuando alguno de esos estúpidos de los que nos sobran dice que el Maestro Tabárez es lo que es porque tiene suerte y no quiere ver que es el creador del primer proceso exitoso de verdad, quasi milagroso para un país como el nuestro pequeño e increíble por sus logros deportivos, me sonrío pero a la vez me indigno.
Cuando escucho que Natalia Oreiro canta mal, pero es indesmentible que sigue cosechando éxitos en el mundo con ese lado de su profesión pero además diseña, actúa, es madre y esposa y todavía tiene el tiempo y la decisión de seguir viniendo a hacer cosas aquí y se encarga de aclarar siempre su nacionalidad, me sonrío, también me indigno y al igual que al maestro, la reverencio, aunque nunca vaya a comprar un disco suyo.
Cuando me dicen que Jaime Roos es muy pesero y que también canta mal, que lo que valen son sus canciones, pregunto si junto a Zitarrosa, Rada, Mateo y ese puñado más de monstruos nuestros no es uno de los más grandes, el que mejor le cantó a Montevideo y el que más certeramente nos retrató escribiendo. A Jaime lo disfruto escuchándolo, no es mi amigo (seguramente porque nuna tuvimos la oportunidad de empezar a serlo) ni mi pariente, ni tengo que compartir con él, otra cosa que no sea su arte. He comprado muchos discos suyos y me gusta casi todo lo que ha hecho.
Ahora aparece un señor Di Maggio, del cual Wikipedia aún no se ocupó (al menos no lo encontré y si lee esto estoy seguro que dirá ¿y a mí qué?) que le dio con un caño a Páez Vilaro mientras era velado entre AGADU y el Palacio Legislativo. Veamos lo que dijo:
Di Maggio dijo a la diaria que en las artes plásticas, Páez Vilaró figura como “un artista menor”. Recordó que con su Grupo 8 tuvo un afán experimental “más acorde con la realidad artística contemporánea, real, y no con el aspecto farandulero que siempre tuvo”. Consultado sobre el conjunto de su obra, el crítico expresó que, al no tener claro su destino ni una formación intelectual muy sólida, “se refirió más o menos a algunos artistas, pero siempre fue muy superficial”. Expresó que su hermano, Jorge Páez, fue un pintor “extraordinario”, sin tener la “mitad de su eco, ya que a Carlos siempre le gustó estar en el espacio espectacular de los medios”.
Di Maggio agregó que Páez Vilaró fue muy “habilidoso con la clase política, se vinculó a todos, ya sean de derecha o izquierda”. De hecho, consideró un exceso que lo velen en el Palacio Legislativo, cosa que no se hizo con ningún otro artista uruguayo; por ejemplo, Joaquín Torres García, Manuel Espínola Gómez, Washington Barcala o Nelson Ramos, “que se han dado a nuestro arte con un legado extraordinario de creación”.
“Lo que sucede -dijo Di Maggio- es que los políticos son tan ignorantes en aspectos culturales, que creen que Páez Vilaró es un grande de la cultura, cuando es un grande entre los medios de comunicación”. Remató diciendo que a Páez Vilaró lo único que le importaba “era figurar”. “A mí me decía, ‘escribí mal de mí, pero escribí’. Fue una persona encantadora, pero lo que hacía no me interesaba absolutamente nada”.
Bien, al parecer sin conocerlo, Di Maggio ha de ser de los que creen que para ser culto hay que ser "humilde", difícil con la prensa, con los medios, seguramente melenudo, mal vestido, si fuera posible oler mal y en vez de ser uno de los anfitriones naturales de Punta del Este, ser habitué y andar en patas en Cabo Polonio o en Valizas.
Queda claro que niega desde su subjetivismo una realidad consagrada mundialmente como Casapueblo y en su terror a lo mediático miren lo que agrega sobre lo que para el turismo uruguayo es el ícono indiscutido: “inventó el caprichoso laberinto de Casapueblo en Punta del Este, siempre buscando ansiosamente un protagonismo mediático más allá de sus fáciles y elementales recursos técnicos que expandió por los cinco continentes en sus permanentes viajes”.
¿No habría estado mejor decir que a partir de esa magnífica creación tuvo el reconocimiento mundial?. Si no lo tenían claro, ¡uruguayos, aquí hay una prueba flagrante de lo que es la penalización del éxito!!.
Pero lo que no tiene desperdicio y es el colmo de la uruguayez de la chiquita es haber afirmado, mientras el cuerpo de Don Carlos aún estaba tibio, lo que tantos opinólogos del fútbol vernáculo (sobre El Pepe y Raúl Schiaffino por ejemplo) se han cansado de repetir y estoy seguro que todos lo tienen presente: "el hermano jugaba mejor"...¿o no?, miren lo que dijo Di Maggio: "su hermano, Jorge Páez, fue un pintor “extraordinario”, sin tener la “mitad de su eco, ya que a Carlos siempre le gustó estar en el espacio espectacular de los medios”...
Mal que le pese al señor Di Maggio, hoy casi todos los uruguayos, menos él y los practicantes del chiquitaje de la uruguayez, reverencian, homenajean y despiden con dolor y admiración a quien paseó por el mundo el nombre de nuestro país, el que se codeó con Pablo Picasso, Salvador Dalí y Giorgio de Chirico, además de convivir con el premio Nobel Albert Schweitzer en el leprosario de Lambaréné, recorrer África palmo a palmo y guionar una película exitosa, o tener affaires con bellas mujeres famosas.
Son de Don Carlos los murales que lucen en la sede de la Organización de Estados Americanos en Washington, la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, los aeropuertos internacionales de Panamá y Haití, así como en hospitales de Chile y Argentina y por ejemplo, en el Complejo Uruguay Celeste, donde un pibe de la selección sub 15 le dijo emocionado al conocerlo: "gracias por ser uruguayo".
Se puede ser muy crítico y muy culto pero lo que no se puede ser es irreverente e inoportuno y mucho menos envidioso.
A pesar de los Di Maggio, Don Carlos descansará en paz y en el mejor recuerdo de su pueblo.
Nos vemos.
Sergio Antonio Herrera
Comentarios
Alfredo.
estoy casi de acuerdo con lo que, amablemente, te escribió Percovich.
Di Maggio es muy crítico pero en general se anima a decir (y tiene el palmarés para hacerlo), lo que otros no dicen.
La realidad, y esto te lo dirá cualquier tipo con un mínimo de conocimiento del mundo del arte, es que Carlos fue un artista menor y Jorge fue un artista con mayúscula.
Por otro lado Carlitos fue un loco lindo, tuvo una vida de película y se reunió alguna vez (nunca se codeó) con los grandes de la cultura universal que vos citás.
Pero no confundamos, arte es arte y show es show.
Ojalá nunca midamos a nuestros artistas por sus capacidades como disparadores de turistas, interesados en invertir y en comprar discos...eso significaría que "la sociedad del espectáculo" de la que habla Vatgas Llosa triunfó y que todos en el mundo somos culturalmente más pobres.
Espero que no sigan escribiendo amigos porque la idea no es seguir con esto, ya dije lo que debía decir en la respuesta a Percovich pero bien a la uruguaya, cada cual entiende lo que quiere. No voy a discutir sobre arte porque ya dije que no califico pero me ratifico en un todo en lo demás. Si querés discutirlo de verdad, cuando vaya a Punta te aviso y me invitás a tomar una y lo hablamos, que te cueste Negrito!! Abrazo, saludos a Javier y al resto de la banda.