por Luis alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

En esa época Austral volaba al sur del país con los famosos Curtiss, los C-46, que salían de Aeroparque a las 12 de la noche  con escalas en Bahía Blanca, Trelew, Comodoro Rivadavia y Rio Gallegos, y Ala lo hacía al Norte.

En esa época hice mi primer vuelo con Austral en un regreso de Rio Gallegos a Buenos Aires, en el LV GEB, que años después se accidentaría en la ciudad Universitaria cuando estaba afectado al transporte de carga.

Ese vuelo recuerdo que duró más de 12 horas, habíamos salido retrasados de Rio Gallegos y luego fuimos eludiendo tormentas y finalmente aterrizamos en Aeroparque a las 7 de la mañana.

Luego llegaron los DC-6 y la fusión entre Austral y Ala y allá por el año 1966, que fue cuando la profesión de abogado me llevó a viajar periódicamente a San Carlos de Bariloche, en un vuelo que salía de Aeroparque a las 11.00 de la mañana y llegaba a San Carlos de Bariloche a las 14.30.  Esos viajes en los DC 6, “el mejor avión a pistón que jamás se haya fabricado” como rezaba la publicidad, competía con el jet  Caravelle de Aerolíneas Argentinas,  que reducía la duración del vuelo a 2 horas a la ida y 1,50 al regreso.

Creo que fue en 1971 cuando aparecieron los BAC  400, y recuerdo una suerte de campaña sucia, vemos que no hay nada nuevo en la viña del Señor, que habían desatado algunos sectores contra ese modelo de avión al que se tildaba de inseguro. Recuerdo que hice uno de los primeros vuelos en esos Jet a la ciudad de Neuquén, y antes de aceptar el pasaje que me había comprado mi cliente, le pregunté a Perucchi si esos aviones eran seguros… (sic)
Traje a colación estos recuerdos personales para destacar la figura de Willy, como se lo llamaba familiarmente, que en pocos años trajo al país  los mejores aviones de la época, desde una empresa privada. En esa época hacer transporte aéreo privado no era fácil, ya que el Estado protegía a Aerolíneas Argentinas, que además gozaba de privilegios que le garantizaban el 50% del cabotaje.

El BAC fue la culminación de un proceso y el inicio de otro que marcó una época en el transporte aéreo, modernizando  conceptos y creando una verdadera revolución comercial en el sector del turismo que  favoreció a la gente, sin distinción de posición social...

Cuando inicié mis periódicos viajes a San Carlos de Bariloche, esa ciudad y la zona de influencia solo tenían turismo de temporada, lo que no solo lo convertía en un destino caro sino también elitista.

Pues bien, aplicando nuevos conceptos en el uso de los aviones para que estuvieran la mayor cantidad de horas posibles en el aire, y de ese modo disminuir el impacto de los costos indirectos o fijos, fundó “Sol Jet” y comenzó con un programa de viajes IT a ese destino que en poco tiempo se convirtió en un destino de todo el año. Luego creó otras empresas que ofrecían servicios turísticos en la zona. Sin embargo lo más trascendente fue que Willy acercó ese destino a todos, hoy diríamos que lo democratizó o lo popularizó.

Diríamos que el tan vapuleado mercado lo hizo.

Austral continuaba con su crecimiento no sólo como empresa sino como escuela de gerentes del transporte aéreo, a tal punto que en cierto momento de la mano de Juan Carlos Pellegrini sus más destacados gerentes fueron a Aerolíneas Argentinas y allí aportaron una cuota de profesionalismo inédito en esa empresa, aunque nunca entenderé el motivo por el que  Pellegrini incorporó  a la empresa 8 aeronaves Boeing 727, que fue el modelo de avión mas inapropiado para explotar sus rutas de cabotaje.

Ese fue otro mérito de Willy, no solo formar personal especializado sino además  fue capaz de crear una mística o estado de misticismo en la gente que puso a Austral como modelo  de empresa de servicios.

Si Austral existe hasta hoy, aunque lejos de aquella época, es mérito de “Willy” Reynal que supo tallar el pingüino que en una época adornaba las aeronaves, en el espíritu de cada trabajador, lo podría llamar también “la mística Austral” que aún hoy perdura en la gente de esa época que aún frecuento.

Varias veces Austral estuvo al límite de su existencia, pero fue su personal y la presencia de Reynal la fuerza que mantuvo la continuidad hasta hoy.

En esa época la gente no reclamaba derechos sino obligaciones para poder gozar del derecho de trabajar en Austral. Una concepción diferente de la vida y del trabajo, a la que deberemos regresar si pretendemos tener un país mejor.

Álvaro Rolón nos explica que la intuición es la capacidad  de poder ver el todo en las partes y, desde la experiencia con la que uno cuenta, poder construir patrones en forma veloz, y tener en cuenta que  la racionalidad extrema se convierte en insensatez.

“Willy” tuvo esa  capacidad intuitiva y como actitud recuerdo una celebración de fin de año a la que concurrió para estar con todo Austral, a 48 horas de haber sido sometido a una operación.

En estos años más de una vez intenté que “Willy” fuera reconocido en vida como una persona trascendente para el transporte aéreo, pero no tuve éxito.

Vayan estas líneas como testimonio de afecto a un tipo que me sirvió de ejemplo y maestro, quizás sin que él nunca  se haya enterado…(…o si…).    

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