por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Confieso que a veces hay cosas que me cuesta entender y me siento como el cuento del “gallego” que se enojaba porque todos los autos venían de contramano. Claro, evito enojarme para que no me suba la presión, y me pongo a pensar si no estoy pasando por un periodo de “burrez” extrema.

Cuento a modo de anécdota que en la Provincia de Chubut fue noticia que el Presidente del Colegio de Abogados de Comodoro Rivadavia tuvo una condena, que no cumplió porque se fugó, por haber cometido delitos contra la propiedad, robo a mano armada. Pero la noticia no es esa, sino unas declaraciones que hizo en su defensa  en el sentido que nunca le robo a un “trabajador”, y que solo robo a Bancos porque se lo merecían. Y agregó, palabra más, palabra menos, que “había sido su época de idealista”. ¿Menos mal que terminó…!

Lo grave es que este modo de razonamiento se está imponiendo por goleada, y en este caso la pauta para el delito no es el hecho que la ley considera como tal, sino la calidad o situación de la víctima. Sintetizando, si uno le roba a un trabajador que gana menos de u$s un mil por mes es un delincuente de lo peor,  si gana entre u$s 1001 y 3.000,00 merece atenuantes y se reinsertará en la sociedad haciendo trabajos comunitarios durante 15 días. Ahora, si se le roba a una persona cuyos ingresos superara los u$s 5 mil mensuales, se trataría de un benefactor de la humanidad al que habría que rendirle culto y encarcelar a la presunta víctima por su opulencia.

En Venezuela se justifica la prisión por tener ideas diferentes a las de un gobierno que no tiene idea de lo que son las ideas. Como se ve, este camino es muy riesgoso, porque qué diremos el día que vengan por uno…como esos versos que se le atribuyeron a Bertolt Brecht y en verdad la redacción final  perteneció a su mujer.

Como saben nuestros lectores, soy abogado, no soy economista aunque me gusta el tema y más de una vez me meto a opinar, como en esta nota.

Una vez más debo decir que no entiendo esta lógica del transporte aéreo asumida en el sentido que es un negocio cuya rentabilidad a lo sumo llega al 2%, como leía días pasados en una publicación especializada en la materia.

Iberia, que parece que ha salido  de sus números rojos que la asolaron durante varios años, estaría retomando la ruta del crecimiento que se manifestará en un crecimiento anual del 6,5% de los AKO y contratará hasta un máximo de 200 pilotos para cumplir la función de “primer oficial”. A ello se suma la incorporación de nuevos aviones Airbus de los modelo 330 y 350.

Pero la noticia no es ésta, sino que estos nuevos pilotos percibirán una remuneración promedio anual que oscilará entre los € 35 y 40 mil, un 66% inferior a la que reciben los que  permanecieron en la empresa.

Luis Gallego, el presidente  de Iberia, argumentó que “son salarios que están en el mercado y nos permitirán competir en costes con otras aerolíneas como Vueling o Iberia Express”.  Asimismo hizo mención a que los nuevos A 330 y 350 le permitirán un ahorro de combustible de un 10%, además de la baja de su precio. Por ultimo resaltó que varios vuelos de largo recorrido se podrán hacer con solo dos pilotos, lo que también implica un ahorro o baja de costos.

Es curioso, a los ejecutivos de las líneas aéreas les preocupa “el mercado” cuando se refieren a sus costos, y en ese sentido no cabe duda alguna que el “low cost” le dio al transporte aéreo un “baño de realidad”, ya que puso de manifiesto una suerte de desidia en la administración de los recursos disponibles.

Nunca me cansaré de repetir que una de las cosas que más me sorprendió cuando pasé por Aerolíneas Argentinas fue el nivel de los costos de comercialización que llegaban, en algunos casos, a un 32% del valor facial del billete, sumando las comisiones más diversos “over”, siendo el promedio un 22/25%.

Es cierto, eran otras épocas, pero recuerdo la resistencia que encontré en la misma empresa cuando intenté impulsar las ventas propias para que pasaran de un modesto 18% a un 25%.  Es cierto, era una empresa estatal y poco interesaban los costos…

El diario “Cinco Días” dice en su edición del 3 de junio que “Lufthansa ha declarado la guerra a los Sistemas de Distribución Global (GDS), utilizados por la casi totalidad de agencias de viajes online y offline para la venta de billetes de avión, de empresas como Amadeus, Sabre y Travelport”,  para obtener un beneficio operativo de más de € 1500 millones para este año, e impondrá una tasa de 16 euros a todos aquellos que compren un billete de avión de cualquiera de sus aerolíneas -Lufthansa, Austrian Airlines, Brussels Airlines y Swiss- fuera de sus canales de venta directa. La misma política aplica American Airlines desde hace ya uno o dos años.

Obvio, esto generó preocupación en Amadeus, cuyas acciones en España cayeron un 10%, aunque no se sabe como incidió en esa caída la situación local, pero lo cierto fue que la caída se produjo a las 24 horas del anuncio de Lufthansa.

Reitero lo afirmado días pasados por Silvia Mosquera, directora de Iberia Express, que la estructura de costos debe estar apoyada en la productividad, eficiencia y simplicidad de procesos. Ahora, esta eficacia del gerenciamiento también debe ser causa para obtener una rentabilidad también de “mercado”, cuyo piso hoy debería ser  como mínimo un 5%.

Tengamos en cuenta que la rentabilidad es necesaria para financiar las inversiones permanentes que necesita cualquier negocio, y para retribuir a sus accionistas. Por lo tanto, si la rentabilidad es mínima esas finalidades no se podrán realizar.

Algunos medios han señalado que esta política comercial de la empresa germana es una virtual declaración de “guerra tarifaria”, lo que sería cierto desde el punto de vista de los GDS y de las Agencias de viaje, a las que obviamente se les complica el negocio. Pero para una línea aérea, el “costo comercial de la distribución” también impacta en sus costos totales, porque toda “comisión” sobre las ventas, reduce los ingresos netos.

Tampoco creo que la suerte del Agente de viajes dependa de la venta de billetes aéreos. En nuestro medio quizás alguno recuerde cuando en  un almuerzo durante el mes de diciembre de 1983 anuncié que uno de mis objetivos era reducir los “costos comerciales” (que obviamente no llegué a concretar). No les cuento las caras de mis anfitriones.

Recuerdo que luego de ese almuerzo me quedé pensando mucho tiempo sobre el tema, y creo que en esa época aun no era el momento, que llegó varios años después y para eso fue necesario el desarrollo impresionante de  los sistemas de computación e internet.  A veces adelantarse también es riesgoso.

De más está decir que cuando leo estas noticias no puedo negar que me siento reconfortado.

En lo que todavía no tuve éxito es en la cuestión de la “rentabilidad”, y mi intuición me dice que mientras el transporte aéreo sea un negocio “financiero”, también se ponderarán los resultados financieros más que los económicos. Para ello es necesario “subsidiar” a una oferta que sigue en crecimiento, pero que su consecuencia es una demanda “no sustentable”.

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