por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay
De Brasil se viajaba a Porto Alegre y Río Janeiro, que además era la capital federal. Nadie hablaba de Florianópolis y las otras playas de Santa Catarina.
Europa era básicamente España, Francia, Alemania, Suiza e Italia. A Portugal iban quienes llegaban a Lisboa por barco y dejaron de ir a raíz de la Revolución de los Claveles contra el dictador Salazar. El lugar fue tomado por Londres que empezaba a abrirse camino gracias a Los Beatles y otras bandas que la transformaron en el Swinging London.
En realidad todo el mundo era más chico. Cancún, Orlando, Phuket, Bora Bora, Torremolinos y Myconos no figuraban en el mapa de los uruguayos que decían “para playas me quedo acá”.
Puerto Rico era el paraíso del juego, quizás porque su impulsor fue un uruguayo que creo se llamaba Cuenca, reemplazó como destino a la Cuba de Fidel.
La Europa Oriental era una incógnita.
Había sí demanda de centros termales como Montecatini ( Italia) o Baden Baden ( Alemania)
No obstante, poco antes de que yo empezara a trabajar, Hebert Buencristiano, propietario de Buemes, había acompañado un grupo "Alrededor del Mundo", visitando varias ciudades entre otras la hoy muy agitada Kabul.
Una Agencia modelo
Bueme’s era una agencia moderna, bien equipada, muy conectada internacionalmente. Disponíamos de abundante información y de todas las guías y manuales necesarios y al día, tanto es así que nuestros vecinos de Iberia solían venir a consultarlos.
Nuestro gerente Isaac Doño Curiel (el "Turco") se sabía todo, se trabajaba todo y tenía como un sexto sentido para detectar cualquier problema que pudiera suceder en su alrededor.
Doño impuso un ritmo de trabajo que no sabía de pausas ni de horarios en el que aprender, y saber más del negocio era una constante. Yo entré un poco para probar, porque mi intención era estudiar Filosofía en el IPA. Era muy crudo y vivía una especie de bohemia, pero creo que me adapté rápido y me quedé en el Turismo para el resto de mi vida.
Una familia
Cuando hace poco escribí que en aquella época los del Turismo éramos como una familia recibí al respecto algún mensaje humorístico.
Es cierto que había luchas feroces como la de los Eguren de CYNSA para sacarnos la cuenta de IBM. Pero, el mejor ejemplo de esto fue que Buencristiano me envió a aprender turismo europeo con dos colegas: Teodoro Gero de Viajes Continental y Ramón Costales de CEVI verdaderos sabios que me dedicaron unas cuantas horas. Con ellos aprendí a manejar quías, así como a armar y cotizar itinerarios. Dudo que algo así ocurra ahora.
Del grupo humano de Buemes también guardo un buen recuerdo, aunque prefiero no mencionar a nadie para no incurrir en imperdonables olvidos.
Buencristiano, a quien me refiero varias veces, fue el que me enseñó el amor a este trabajo.
Europa
Fui asignado a la sección de Ultramar, de la quedé como una suerte de encargado. Se vendían sobre todo viajes individuales que se planificaban mucho tiempo antes. La parte terrestre duraba unos 60 días, o sea que los que iban en barco se tardaban 90 días en ir y volver.
En aquella época, sin mayoristas, se operaba ciudad por ciudad con un corresponsal al que se le pedía todo. Por ejemplo en Francia trabajábamos con Transports et Voyages de Paris, la Agence Office Catholique Voyages de Lourdes y Halevy de Niza.
Cada país tenía su moneda, que por suerte cambiaban poco hasta que los alemanes inventaron el “marco flotante”.
Los pedidos se hacían por telegramas cuyos textos de ser posible no podían superar las 19 palabras. Si había tiempo las reservas se hacían por correo que demoraba unos 20 días cada pata (40 días entre ida y vuelta de la correspondencia).
Los viajes los armaban con las fórmulas que me enseñaron. La estadía en cada ciudad se fijaba de acuerdo a los paseos y atracciones. Ejemplo, en Roma había tres visitas de la ciudad diferentes y el tour a Tívoli, entonces las estadías eran de cinco noches.
Los barcos
La sección Ultramar también incluía los pasajes marítimos. Entre Uruguay y Europa viajaban regularmente barcos de España, Francia, Inglaterra, Israel y Argentina.
Viajaban turistas, algunos por el precio y otros por la comodidad, ya que entre otras cosas no había límites de equipaje. Pienso que por eso los anticuarios están tan llenos de bronces, cajas de cubiertos y todos esas cosas.
El mayor movimiento era de emigrantes que iban a pasar largas temporadas en sus pequeños pueblos. A mí me costaba que no les interesara visitar ninguna de las maravillas que los rodeaban, pero viendo el comportamiento de la diáspora uruguaya comencé a entenderlos.
La mayoría de las navieras aplicaban trámites muy anticuados y diferentes entre sí, lo que me resultaba muy engorroso.
Con el tiempo el simple transporte de pasajeros por barco fue desapareciendo dando lugar a la Industria de Cruceros, sin duda por aquello que “todo se transforma.”
El aéreo
La llegada al mercado del Boeing 707 con sus cuatros turbinas Pratt & Whiney significó para muchos entendidos un gran espaldarazo para la evolución del Turismo, y en Uruguay pronto se popularizó vuelos long haul. Así que tuve que ponerme a estudiar las tarifas aéreas, lo que tenía sus bemoles y creó una nueva especialidad: “los tariferos”.
La idea era ofrecer a los clientes por una misma tarifa la mayor cantidad de escalas posibles. Los triangulares se pusieron de moda, o sea Europa con Nueva York sin costo extra, era muy tentador y además te permitía volver con mayor cantidad de kilos permitidos.
Era un ejercicio apasionante y no pocas veces nos juntábamos con la gente de Varig (Touriño y Burton, entre otros) en algún café a modo de ejercicio, algo que quizás ahora debe resultar incomprensible.
Había verdaderos genios. Se decía que Bloom de Globus les sacaba tanto el jugo que si agarrabas un pozo de aire tenías que pagar exceso.
Años más tarde Antonio Pastorino de PANAM se transformó en una verdadera estrella.
Receptivo
Recuerdo a Jaime Máruqez de Turisport, Teddy Davenport de Southern Cross y Buencristiano compitiendo por el mercado americano.
En Buemes se recibían muchos pasajeros, algunos venían en los barcos de Moore Mc Cormack y otros en chárter de TIA.
Buencristiano viajaba a los congresos de ASTA Y FUAAV a buscar negocios.
También integró un grupo de Agencias independientes Visit South America y fue de los fundadores de la International Congress and Conventions Assotiation, la ICCA que posteriormente presidió Arnaldo Nardone.
Los grupos se quedaban mayoritariamente en el Victoria Plaza que estaba hecho a medida de ellos.
El tour más solicitado y que gustaba mucho era el Gaucho Tour. Salía muy temprano de mañana para ver la llegada del ganado a La Tablada, arriado por gauchos de a caballo que ofrecían un espectáculo auténtico, interesante y diferente. Luego, en un bar cercano los turistas tomaban grappa o caña con nuestros centauros admirando sus vestimentas y sorprendiéndose de sus grandes facones.
La Cumparsita en la calle Isla de Flores era un lugar de espectáculos folklóricos con el que quedaban todos satisfechos.
Y el tour a Piriápolis y Punta del Este los deslumbraba.
Las Instituciones
En los años ’60 AUDAVI era la número uno por lejos. La Dirección Nacional de Turismo sólo acompañaba. No había MINTUR.
Lo que apareció
Interesante era ATU, Asociación de Turismo del Uruguay.
A diferencia de la actual CAMTUR no sólo estaba integrada por empresarios de turismo, sino también por gente de los medios y de grandes empresas (el Presidente era Pelenur, de Sudamtex), lo que le daba gran visibilidad y respeto.
NdR: Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia.
Portal de América
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