Pero ya a nadie sorprende.

En cada partido de la Selección Uruguaya, sea de la categoría que sea, se aprecia un montón de uruguayos en cualquier parte del mundo.

En la misma línea tampoco sorprende que los españoles llenen un estadio en Bucarest o cuatro mil aficionados de Estudiantes de la Plata (Argentina) viajen a presenciar un partido en Abu Dabi (Copa de Campeones FIFA, 2009). Solo confirman la tremenda capacidad del futbol (y otros deportes) de atraer turismo y la popularización de esta actividad a nivel mundial.

Cuando el auge de Michael Jordan y los Chicago Bulls, estos se habían convertido en el principal atractivo de la ciudad, más allá de su famoso Instituto de Arte, las obras de Frank Lloyd Wright o las sesiones de blues en numeroso bares de la ciudad. Mientras  en Chicago la camiseta de Jordan pasaba a ser el principal souvenir de la ciudad, lo mismo sucedía con la 10 de Maradona en Buenos Aires, una ciudad que colocaba el Súper Clásico (Boca -River) en el calendario de los grandes acontecimientos mundiales.

En esto del turismo  y el futbol hay estadios que forman parte de las visitas turísticas: El Old Tradford  (Manchester) Camp Nou (Barcelona) Santiago Bernabéu (Madrid) Maracaná ( Río Janeiro) La Bombonera (Buenos Aires) y el Estadio Centenario (Montevideo).

No todo es fútbol, el automovilismo y el tenis mueven fanáticos alrededor del mundo, crece la cantidad de maratonistas a nivel mundial y regional, el incomprensible  cricket atrae multitudes en el Commonwealth y especialmente en  India, y el SuperBowl (NFA, sede rotativa en los EEUU) ya ha superado con creces el hecho deportivo.

La relación deporte-turismo crece todos los días en “esta civilización del espectáculo”.

Es hora de prestarle mayor atención

Portal de América