Si bien a La Feliz se la ha sindicado (nosotros incluidos) como uno de los destinos turísticos en serio riesgo de desaparecer como tal, por la sobredosis de hormigón, al punto que se utiliza (nosotros incluidos) la definición "marplatizar" a ese hecho, queda claro que todo lo que rodea a la principal ciudad balnearia argentina es más fuerte, más determinante.

¿Y que es ese todo que la rodea?

Precisamente lo que tanto se le reclama a Punta del Este (nosotros incluidos) programación para el ocio/leisure/lazer y saber montar el show.

Hemos crecido con la leyenda que como las playas del Uruguay no hay y apenas pudimos salir siendo bastante jóvenes, empezando por Brasil, fuimos descubriendo que eso era una gran mentira y ni hablar cuando pudimos ir conociendo otros destinos, principalmente los del Caribe.

Nos costó muchos años, toda una vida, darnos cuenta que lo nuestro no es "Sol y Playa" solamente, a pesar que hay que agradecer fervientemente la posibilidad de disfrutarlo.

Somos "un país donde se ve el horizonte"; tenemos lugares de indiscutible escala humana y como ejemplo está la capital, Montevideo; tenemos muchas fortalezas, quizás bastante más que debilidades, pero nos cuesta una enormidad identificarlas por la sencilla razón que quienes conducen no son lo suficientemente idóneos y porque éstos, en algunos casos, no están siquiera en el banco de suplentes.

Pues bien, resulta que la playa que no tiene playa, el destino que sufre sobredosis de hormigón y que es más ciudad que balneario es elegido como la principal playa del continente.

Habrá que revisar nuestros catálogos, modificar nuestro discurso, sorprendernos, malhumorarnos, maldecir en voz baja (o alta, según dónde y con quien nos encontremos) y una vez que se nos pase, ponernos a trabajar de verdad, para que las leyendas tomen cuerpo y podamos darle valor agregado a lo que la naturaleza y los propios argentinos como actores fundamentales, nos regalaron en ese entorno mágico que pasó de ser Pueblo Ituzaingó a una marca mundial.

Como dijo sabiamente el maestro Tabárez, "el camino es la recompensa", el problema es que hay que transitarlo.

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