"El camino del cielo está plagado de buenas intenciones", es algo que sabemos todos y créase o no, aún hoy se siguen conformando asociaciones, cámaras, círculos con el convencimiento que querer es poder. Lamentablemente los hechos, casi siempre, demuestran que eso no es así.

Conducir y gestionar

Generalmente se mezclan los conceptos y muchos bien intencionados, electos o autopostulados dirigentes creen que es lo mismo y que ellos lo pueden hacer. También están los otros, quienes acceden al sillón por su deseo de trascender, de tener exposición y de "ser alguien".

Aunque de un lado veamos a gente bien dispuesta y con la mejor intención y del otro a interesados, oportunistas o simplemente, egoístas, unos como otros generalmente terminan resultando igualmente negativos para el colectivo.

Dice la Real Academía Española acerca de conducir: "Guiar o dirigir un negocio o la actuación de una colectividad" y también: "Manejarse, portarse, comportarse, proceder de una u otra manera, bien o mal".

Y sobre gestionar, la única entrada reza: "Hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera".

¿Queda claro verdad?

Basta observar con cierto detenimiento el día a día en el ámbito en el que uno se mueve y para ello, basta acudir a eventos sociales, académicos o comerciales del sector, también leer, ver y escuchar los medios en general y especialmente los especializados.

En esa evaluación, las corporaciones que funcionan bien, que son bien conducidas y bien gestionadas, generalmente están reportando hechos, logros, resultados.

Las otras, algunas de ellas con gran exposición mediática, son un canto al voluntarismo y a la expresión de buenas intenciones. Siempre "están por hacer", "van a lograr", "tienen en carpeta" y cuando esporádicamente muestran algún hecho, que en el turismo bien puede ser una feria o una "noche de", se limitan a mostrar la fachada y nunca el sustento, porque es imposible mostrar lo que no existe.

El círculo vicioso

Ya no hay nadie que pueda disentir con el dato de la realidad que indica que una corporación para que funcione, debe ser gestionada por un staff profesional que contemple a su frente al menos, a un profesional con experiencia en la actividad; un experto en comunicación y una secretaría ejecutiva.

Ese staff debe ser remunerado al nivel de lo que perciben sus pares (en cargos similares)de la actividad en cuestión. El prestigio y know how de las personas se lee en sus currículos pero se evalúa de modo permanente, con una simple mirada a su presente: aspecto, presencia, status.

Para tener un staff de esa naturaleza, la corporación debe ser autosuficiente y generar con holgura sus recursos para hacer frente a algo tan simple como es el presupuesto anual.

La corporación que no genere sus propios recursos, que sea dependiente por ejemplo de un organismos estatal para sus campañas y su propio funcionamiento, no tiene razón de ser, no debe existir.

Cualquier semejanza con la realidad no es casualidad, es causalidad pura.

Pero, para entendernos mejor, esta opinión editorial debería leerse como sugerencia, como propuesta y no como una eventual descalificación. Al menos lo que pretendemos es acomodar los zapallos en el carro. No nos importa ni conmueve lo que hagan o los resultados que obtengan los interesados, los oportunistas o los egoístas, si nos preocupa y mucho, la suerte de los muchos bien intencionados, electos o autopostulados dirigentes, porque esa suerte, será la nuestra y la de todos.

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