por Ramón de Isequilla, desde Madrid

“Cuando la heladería argentina Dellaostia, en el barrio barcelonés de Gracia, fue puesta en la picota por un consejero de ERC, este comercio fue vandalizado y recibió centenares de ataques en redes después que la mujer del dirigente republicano fuese atendida en español por una dependienta argentina”.

Los nacionalistas catalanes, conocidos por su odio irracional a España se han convertido en inquisidores de la lengua, carceleros del idioma, guardianes de la pureza, patrulleros del verbo, talibanes de la lengua y nacionalistas fonéticos.

Los exponentes mas rabiosos del dislate lingüístico durante los últimos días han sido según Vozpópuli, el exdirector de TV3 Vicent Sanchis. el exvicepresidente catalán Josep Lluis Carod-Rovira, el articulista de ‘La República’ Carles Heredia, y el viñetista de Raco Catala, Gargotaire, que al igual que lo hicieron con España, comenzando con la ridiculización y finalizando con el odio descarado, han iniciado su ataque a los argentinos, olvidando los días de gloria futbolística que les brindaron Maradona y Messi, gloria que tristemente fue opacada al descubrirse el “caso Negreira” donde, durante más de una década, presuntamente, el club insignia del independentismo, puede haber sido favorecido por los árbitros.

Las acusaciones contra los argentinos de estos activistas del odio fueron: “La mala memoria de algunos argentinos, en los últimos meses, el colectivo ha exhibido de manera descarada conductas soberbias y exhibiciones de intransigencia de manual».

«Todos ellos son argentinos y todos ellos reivindican la libertad de no entender el catalán porque están en el reino de España”, “atribuyendo su conducta a que alguien que se siente superior no tiene ninguna necesidad de entender o hablar el idioma de alguien que considera inferior. Ni la necesidad, ni las ganas», “achacando el extremismo españolista de los argentinos en Cataluña a su falta de cultura histórica”.

“El problema de los argentinos con el catalán no es más que holgazanería, si se trasladan a España, es por la pereza de aprender otra lengua», «los argentinos que no hablan catalán se enfadan porque eso saca lo peor de ellos mismos y el facha que llevan dentro, y no se gustan, es un problema de ego y coquetería».

Todos estos conceptos que se han vomitado los últimos días nos hacen reflexionar, ¿se puede odiar tanto a personas que te quieren tanto?, ningún proyecto político basado en el odio al otro puede llegar a buen puerto, y con estas manifestaciones los argentinos, que siempre han amado a Barcelona, deben sentirse como “la malquerida”.

En última instancia, estos acontecimientos, provocados porque una argentina cometió el pecado mortal de no saber cómo se dice helado de fresa en catalán, no deberían pasar de lo anecdótico, pero ocurren otros hechos que son realmente preocupantes y no me refiero a la amnistía, los indultos, el cupo catalán, la entrega de las fronteras y la suma de atrocidades que está cometiendo el gobierno social comunista, sino a otro tema mucho más grave, el antisemitismo y la complicidad con el terrorismo yihadista.

El alcalde de Barcelona, hace méritos para convertir a su ciudad en el baluarte del odio a Israel en Europa y en las últimas horas, se le ha sumado la nefasta Ada Colau, comandando junto a Greta Thunberg a la “armada inservible” que luego de marearse en las dos primeras intentonas, han puesto proa hacia el  Mediterráneo Oriental para colaborar con los terroristas de Hamas, pero como no quieren ser menos, los herederos de la banda asesina ETA, sacan a relucir su odio a los judíos saboteando la vuelta ciclista con una bochornosa manifestación.

Hoy, en la España sanchista, en la que se persigue a judíos y argentinos, nos preguntamos ¿qué puede pasar mañana con el resto de los hispanos?, a los cuales esta manga de racistas vascos y catalanes nos llaman despectivamente “panchitos”, recordando que el pujolismo nos rechazó por hablar español, prefiriendo a los marroquíes por ser más fácil obligarles a hablar catalán, generando años después, uno de los enclaves yihadistas más peligroso del occidente de Europa. 

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