"Punta del Diablo reúne a casi todos los pecados"
Miércoles, 18 Enero 2012 09:49

"Punta del Diablo reúne a casi todos los pecados"

Andrés Parrilla llegó a Punta del Diablo buscando un lugar "diferente". Casi se ahoga en la playa durante su primera semana y ya hace 18 años que instaló ahí su taller de artesanías. Cuenta cómo un pueblo de pescadores se convirtió en un "caos". "Estos peludos se te van a quedar con el rancho", le dijeron a un pescador veterano que por el año 94 decidió alquilar su casa a un grupo de artesanos. Y la advertencia si bien no fue exacta tuvo mucho de cierta.

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PUNTA DEL DIABLO | ANDRÉS ROIZEN

Porque entre esos peludos estaba Andrés Parrilla, un artesano que hoy tiene 46 años y que lleva 18 instalado en el balneario, aunque intercala seis meses al año en Atlántida.

Parrilla añora un tambo que funcionaba en la calle central y señala el sitio en donde las mujeres sacaban mejillones de entre las rocas, lugar en el que ahora caen aguas servidas.

Trabaja en hierro y madera, pero su especialidad es el batik, una técnica de fuerte arraigo en Asia y Oceanía que consiste en el teñido de telas y el uso de cera para las zonas que no se quieren colorear.

Sus obras llevan la esencia del lugar y predominan en las paredes del balneario.

-¿Cómo era Punta del Diablo hace 18 años?

-Era un lugar muy extraño. Veías los pescados colgados, los tiburones que sacaban del mar. Había mucho menos gente, no había calles, a veces agarrabas un caminito pensando que era una calle y terminabas en la puerta de una casa.

-¿Y qué tipo de gente había?

-El público que llegaba era de perfil bajo y conocías a la gente del pueblo. Estaba bueno poder conversar con ellos y que te hicieran los cuentos sobre la vida acá. Pero eso se fue perdiendo porque la gente veterana o murió o se fue del pueblo; muchos partieron a vivir al monte porque no soportan la locura, no soportan ver tanto desbunde.

-¿En qué se ven los cambios que tuvo Punta del Diablo?

-Antes la puntita del diablo estaba en la peripecia de la gente para pescar, para vivir, para sobrevivir en el invierno. Pero ahora el diablo está en otras cosas, en el descontrol.

-¿Es tan general el desorden?

-Punta del Diablo reúne casi todos los pecados, tiene la envidia, la avaricia, la ira. Todas esas cosas las podés hacer acá porque es como que vale todo. A veces viene gente que va a ser tu vecino en el verano y ves que no hay respeto, no hay ningún código. Piensan que son tres meses y que todo vale.

-¿Y qué te gusta de todo ese Punta del Diablo?

-(Se ríe) En principio me gustaba que era un lugar diferente. Un lugar que me tocó la fibra más visceral, más animal, y me llevó a encontrar como artesano otras cosas. La gente con las cosas más simples y con el ingenio resolvía los problemas, y eso me sedujo de una forma tal que yo todo lo trato de hacer así, simple y con ingenio. Esa es la esencia, sin perder el diseño y el perfil propio del lugar.

-¿Qué cosas del balneario son las que te inspiran?

-Ahora estoy bastante caotizado por el lugar. Pero a mí lo que me sigue seduciendo es la locura, la provocación, estar continuamente provocado. Porque estás tranquilo y viene alguien y te saca o vos vas a sacar a alguien que está tranquilo. Ese juego está bueno porque te toca algunas cosas, te estimula.

-¿Ahí se ven los pecados?

-A veces la palabra pecado es mal entendida, pero sí, es como romper barreras y poder decir voy a más, voy a jugármela.
Los incendios marcan períodos

Para explicar los cambios que tuvo Punta del Diablo en los últimos años, Parrilla establece una relación con los incendios forestales. Dice que las llamas del 90, del 2005 y del último diciembre se asocian con fechas clave del lugar.

"En el 90 se empezaron a abrir calles y comprar terrenos. Se empezó a revalorizar la tierra y hubo un incendio tremendo", señala el artista.

Luego, pasa al sucedido en 2005 y cuenta que fue uno de los más grandes, justo cuando los terrenos de US$ 10.000 pasaron a valer US$ 70.000. "Se dispararon los precios (…) fue un momento de quiebre, los comercios o se fundieron o se fueron para arriba", afirma.

Dice, además, que con el último incendio va a haber un antes y un después, por ejemplo por la instalación o no del puerto de aguas profundas en la zona. "El incendio marcó la crisis que hay en los servicios; no podemos hacer que las cosas sigan pasando y que esto sea tierra de nadie", opina.

El País Digital

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