Asturias, ya están tardando
Miércoles, 30 Noviembre 2011 17:23

Asturias, ya están tardando

A pesar de vivir en Galicia durante mucho tiempo -o precisamente por eso- y haber viajado a unos cuantos lugares, la primera vez que pisé Asturias, la Comunidad Autónoma vecina del norte de España, tenía ya 25 años.

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por Ana Bustabad Alonso

Era verano, iba con mi chico de entonces, que se empeñó en llevarme por el puerto del Pontón, N-625. Según él, y tenía razón, no hay forma más espectacular para entrar en el Principado. La carretera es estrecha, sinuosa. Sube, baja para encajarse en el desfiladero de los Beyos, hasta que, de pronto, se abre ante tus ojos la inmensidad verde, y te quedas sin palabras. No sé si tengo alguna foto de aquel viaje, pero nunca he podido deshacerme de esas imágenes en mi retina.

Nuestro primer destino fue Arriondas, un pueblecito cercano a Cangas de Onís, famoso por el descenso en canoa del río Sella que se celebra cada primer sábado de agosto. La elección había sido casual, recomendación de Miyares, un asturiano encantador que había conocido en un congreso en Compostela. – 'Es mi pueblo', me dijo. 'Te va a gustar'.

Y vaya si me gustó. Nada más llegar nos dirigimos a la sidrería que nos había indicado, Los Felechos. Allí descubrí la fabada más buena del mundo, la sal de frutas con sabor a naranja (que tuve que ir a comprar a la farmacia para sobrevivir a la panzada), y que aquel hombre, sin conocernos de nada, había llamado para dejarnos invitados a unas botellas de sidra.

Así comenzó una relación de amor entre Asturias y yo que nunca ha tenido un solo momento de debilidad. Desde aquel día he vuelto muchas veces, he recorrido casi enterita esa región increíble, y en cada viaje me ha sorprendido la amabilidad infinita de sus gentes.

No es un tópico. Puede que tenga que ver algo con el paisanaje del que hablaba Valle-Inclán, no sé. Lo cierto es que, vayas donde vayas, con recomendación o sin ella, de mochilero o de viajero con posibles, los asturianos te tratan con un cariño y una atención fuera de lo normal.

Si a eso unes que Asturias lo tiene todo, hay pocos destinos mejores. Yo no me canso de recomendarlo a todo el mundo y les aseguro que no me ha contratado Turismo de Asturias para que les haga promoción.

Gijón, una de mis ciudades preferidas, a donde me escapo cada vez que puedo; los llagares; los lagos de Covadonga, con su desoladora quietud llena de bichiños; los tortos de maíz; las Casonas; el Cabo de Peñas, la sorprendente Avilés, cualquiera de sus playitas escondidas a lo largo de la carretera…

Si no saben dónde ir, pregúntenme y les cuento. Aunque no hace falta, basta dejarse perder sin prisas por Asturias. Si aún no la conocen, ya están tardando.

Portal de América - Fuente: www.expreso.info

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