por Hilá Wasercier Drachman

Llegando a Pekín desde el aire, lo que más impresiona es ver una perenne nube de polución y arena que hace que la ciudad tenga un eterno color difuminado. Varios carteles en diferentes idiomas dan la bienvenida al visitante en el aeropuerto. El cartel en español reza «Bienvenidos calurosos!». Yo digo: «¡Bienvenidos sean, calurosos o no, a una experiencia inolvidable!».

Para cada monumento se necesita un día entero. Sobra decir que la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano y la Gran Muralla son visitas obligarias, pero para darle un toque diferente a la visita hay que añadir el Distrito 798 para entender lo que es la vanguardia artística asiática.

Cuando el frío toma la capital es un buen momento para ir a algún sitio tropical a reponer fuerzas de tanta visita. Hainan es una isla que está al sur del país, se vende a sí misma como el Hawai chino y es a los rusos lo que Benidorm es a los británicos. La ecuación lingüística ya es lo suficientemente complicada de por sí como para añadirle el factor ruso, pero entre no entender nada en chino y no entender nada en ruso no hay diferencia y ver como los turistas chinos y rusos se relacionan al brindis de cócteles tropicales añade un toque de encanto a una isla que enamora por sus playas de arena fina y agua azul.

Sentimiento de celebridad

Si lo que se quiere es un destino poco turístico, Zanghzhou es el sitio adecuado. Durante tu visita se te olvidará como son los rasgos de un occidental. Lo que no se te olvidará es el templo Shaolin, escondido en un paraje montañoso que bien podría ser el Mordor de Tolkien, además de experimente el sentimiento de celebridad cuando los locales se acerquen a sacarse fotos contigo.

Yangsho es uno de los principales destinos turísticos mochileros de China. El centro urbano de casas bajas se recorre en apenas quince minutos. Sumergida en un valle de montañas semilimones y regada por el río Lui y Yolong, la ciudad es de cuento. Desde cualquier balcón alto se verá una sucesión de tejados roídos al más puro estilo oriental y decorados por las ropas limpias de sus vecinos, el verde de las plantas entre unos tejados y otros y, como fondo de pantalla, la rivera del río Li rodeada de una centena de montanas.

Las ciudades chinas se parecen unas a las otras en lo amable de sus gentes, el aroma de su deliciosa comida que te espera en cada esquina y una eterna sensación de no entender nada y comprender que China es muy grande.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com