Eso sí, el irlandés pone dos condiciones que sólo se pueden cumplir si el gobierno italiano da luz verde a que sean posibles: que los liquidadores reestructuren la sociedad lo que en términos que se entienden significa que cuando O’Leary entre ya se haya despedido a los trabajadores que son innecesarios –dos mil era la última petición del último director general– y, la segunda condición, mucho más simple, que la empresa tenga el 51 por ciento de Alitalia. Lógico, participar en un proyecto tan complicado sin la mayoría que da manos libres es un suicidio.
El directivo irlandés declaró ayer que “compraremos Alitalia sólo si está bien reestructurada y con la mayoría”, según publica el periódico especializado TTGItalia. Si las cosas no estuvieran así –para entendernos, si los despidos no se hubieran hecho antes– “entonces no estaríamos interesados en la compra. Pero estaremos dispuestos a ayudar a la aerolínea a crecer” (Alitalia, objetivo de Ryanair si se producen “cambios importantes”).
O’Leary, que no da puntada sin hilo, añadió que su postura es diferente a la de Lufthansa o de Air France, que sólo querían canalizar el negocio de Alitalia a través de sus propias compañías. “En cambio –añade– nosotros no, nosotros queremos Alitalia para invertir y para hacerla crecer con Italia”.
Como cuando hay negocio hay diálogo, el irlandés explica que si no hubiera un acuerdo, podemos seguir colaborando en el corto y largo radio, se supone que con negocios similares a los que ha ofrecido a Air Europa.
Además de Ryanair, entre los aspirantes a quedarse con la aerolínea italiana están Easyjet, probablemente IAG, Lufthansa, Air France y su primer accionista hasta la quiebra, Etihad, quien tendría problemas legales para quedarse con más del 49 por ciento del capital.
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