Los 7 malditos vuelan con un sólo juego de motores
Lunes, 27 Abril 2015
A casi 3 años del cierre operativo de PLUNA, la empresa aún se preserva viva en muchos aspectos, aunque desordenada, desalineada y moribunda. Los primeros tres aviones que dejaron Uruguay volaron con un juego de motores que es repatriado sistemáticamente en contenedores para la colocación en la siguiente aeronave a ser despachada.
Lejos estamos de aquel viernes previo a las vacaciones de julio de 2012 en el que el Poder Ejecutivo decretaba la suspensión indefinida de los vuelos de la excompañía de bandera. Tuvieron mucha razón los Ministros de la anterior gestión gubernamental: lo único que verdaderamente sucedió fue la cancelación de las operaciones aéreas de forma indefinida, dado que la mayoría de los 7 flamantes aviones Bombardier CRJ900 que había adquirido la empresa bajo una garantía soberana del Estado uruguayo aún siguen ocupando posiciones de parqueo en la plataforma del Aeropuerto Internacional de Carrasco del Uruguay, y la empresa sigue “vivita y coleando” en relación a parte de su giro de actividad.
En noviembre de 2014 se anunciaba la transacción alcanzada con el “broker” Strategic Air Finance (SAF) con sede en Miami, que rápidamente cedió sus derechos de compra a Nordic Aviation Capital (NAC), una empresa arrendadora de aeronaves en Dinamarca. Así se constituyó el “pasamano” de los aviones a una compañía del rubro aeronáutico, de acuerdo a lo informado oportunamente en nuestro artículo “Junto a los 7 malditos se vuelan 50 millones de dólares”. Sin embargo, a partir de la llegada de técnicos para evaluación de las aeronaves en cuestión, se detectaron diferencias en la documentación frente al estado real de mantenimiento de los motores de varios de los aviones, que resultaron en una re-negociación a la baja (de unos 7 millones de dólares) de la oferta inicial aceptada por la jueza del concurso Teresita Rodríguez Masciardi. Tal es la gravedad del deterioro de los motores que los primeros tres aviones que dejaron nuestro país volaron con un juego de motores que es repatriado sistemáticamente en contenedores para la colocación en la siguiente aeronave a ser despachada. Actualmente, el personal afectado a la operativa de mantenimiento de PLUNA se encuentra preparando una cuarta aeronave que dejará definitivamente el Uruguay en los próximos días.
Las tareas de preservación en el hangar de PLUNA se realizan de modo recurrente, con limitaciones en el capital humano. Sin embargo, los recursos económicos que destina el síndico a esta tarea pueden alcanzar cifras cercanas a medio millón de dólares mensuales. En el taller de mantenimiento se encuentran oficinas convertidas en depósitos de cajas con papelería, material, equipamiento interior y de servicio de a bordo, componentes de las aeronaves, accesorios de tecnología y un sinfín de documentación histórica y operativa. El corolario está compuesto por una playa de estacionamiento ocupada por camionetas y vehículos que utilizaba PLUNA para su coordinación de rampa así como dos turbinas de los viejos Boeing 737-200 en estado de completo abandono.
Mientras parte de los acreedores de PLUNA podrían preguntarse por qué nunca se remató este material operativo en favor de la generación de recursos para la masa concursal, fuentes consultadas por el PDA aseguraron que la resolución tardía aguarda por la aprobación de la certificación de la nueva compañía ALAS Uruguay. “El síndico ha contribuido en todo lo relacionado a la instalación, desde la cesión de las oficinas en el Aeropuerto, hasta el material de emergencias utilizado para las instancias de capacitación inicial que ha completado la nueva compañía”, expresó un funcionario afectado a la actividad del cierre de PLUNA. “Hay documentación y cosas para destruir, aunque el material de valor así como los activos se han preservado desde el primer día”, aseguró.
PLUNA -aún moribunda- sigue tan vigente como su historia de más de 75 años. Los dos Boeing 737-200 abandonados en el medio del pasto de la cabecera de una pista fuera de uso (catalogada como la 10-28), que luce un cemento desgastado y pozos combinados con crecimiento de yuyos, son la fiel representación del alma de esta aerolínea que sobrevuela el Aeropuerto Internacional de Carrasco, junto a una huella muy difícil de borrar en la historia de la aviación comercial del Uruguay.
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