Además de soportar la presión de los gremios, por un lado, para cerrar los cielos y de las empresas y autoridades extranjeras por abrirlos alegando reciprocidad, el funcionario deberá abocarse inmediatamente a resolver el problema de los controladores y a pasar la inspección de la Federal Aviation (FAA) sobre Seguridad Aérea Operacional que podría determinar nada menos que el país mantenga la categoría 1 o descienda a la 2.
Para estos días está prevista la llegada de los inspectores que deberán determinar si las objeciones y recomendaciones observadas hace casi un año sobre los sistemas de seguridad, habilitaciones, aeronavegabilidad y entrenamiento de tripulaciones de aeronaves comerciales que se utilizan en el país fueron resueltos satisfactoriamente.
Granados contará con una ventaja: la ANAC había cerrado, en su momento, a un costo de US$ 600 mil, un contrato de asistencia técnica con la misma FAA para que los asesore sobre las anomalías a corregir. Es como contratar como profesor particular a quien va a tomar el examen.
Argentina ya vivió en el 2002 las penurias de estar en Categoría 2, que entre otras cosas impide a las aerolíneas locales abrir nuevas rutas, cambiar destinos o incorporar nuevas aeronaves en sus vuelos a los Estados Unidos. Limitación que no alcanza a aerolíneas de aquel país.
fuente: Aviación News