Condiciones de emisión, Q, penalidades por cambios de nombres o fechas e incrementos por exceso de equipaje se volvieron parte del lenguaje cotidiano de las agencias de viajes. Mensajero habló con los empresarios del sector que denunciaron un sigiloso plan de aumento de tarifas de las líneas aéreas que castiga al mercado. Las instituciones iniciarían acciones en los próximos días.

No es cosa de todos los días que las agencias de viajes converjan en una posición. Pero una de las tendencias del mercado del transporte, que a diferencia de la comisión, sí está sujeta a mayores condiciones legales, escandaliza a las empresas en forma diaria: el aumento encubierto de las tarifas.
Son varios los mecanismos im–plementados, pero lo seguro es que han ido en aumento y no todas las compañías muestran la misma intransigencia. Hoy los agentes de viajes manifiestan sentirse “presos” o “rehenes” de los formadores de precios.

El Q de la cuestión

Los cargos por combustible se han instalado y no parece que se extinguirán. Sin embargo, los agentes de viajes los señalaron como una falacia.
“El Q es una mentira, es un impuesto que se supone nació por incrementos del combustible, sistemas de seguridad que nunca se ven, y lamentablemente encarece todo. Además somos parte de un componente de impuestos que también es mentiroso, y uno no puede operar con ningún recargo en base a eso: no es que en una tarifa vos tenés una condición y podés vender la tarifa facial y tener una condición mejor, sino que en algunos casos que te manejás con netos tenés que llegar al markup a través del neto, y siempre el Q es trasladable. Esto tiene que ver con la utilidad de las líneas aéreas, y uno está preso de eso, explicó Marcelo Sorribas, director de Circus Travel.
“Respecto de las compañías de cruceros, el Q también está presente, pero éstas son más flexibles que las líneas aéreas. Pero también utilizan tasas que hacen difícil calcular cuánto aumentan las tarifas en forma encubierta. Las compañías de transporte funcionan así”, agregó.
Lamentablemente cada vez es peor. Depende de la región que vendas, un Q puede ir de 30 dólares por tramo a 175, es una locura. Si un boleto a Europa tiene dos tramos, estamos hablando de 350 dólares de impuesto, es lamentable. Yo nunca pensé que el tema impositivo dentro de un ticket aéreo iba a llegar a la mitad del boleto, y en algunos casos más”, añadió Sorribas.

Cambios en el tiempo

“Esto no siempre fue así, pero hace rato que la tendencia es esa, y cada compañía tiene su librito. Lo más cómico es que cada vez menos gente está involucrada en el proceso de emisión del boleto -antes se criticaba a las consolidadoras pero hoy trabajan mucho mejor que las líneas aéreas- con lo cual todo tendría que ser más sencillo. Una modificación de fecha o de vuelo no tendría porqué tener penalidad, no tiene tanto valor agregado en el medio, simplemente un cambio en el sistema”, opinó el operador.
En la misma línea, Juan Toselli, director de Juan Toselli International Tours, señaló las chicanas de las compañías aéreas en un negocio mediado por la informática. “Hoy es una maravilla todo lo que se puede hacer con la tecnología. Pero también tiene su lado negativo. Por ejemplo, esa facilidad que tienen las líneas aéreas de cambiar las condiciones en cuestión de segundos, muchas veces te deja mal parado. Hoy, prácticamente no podés pasar un presupuesto. Alguien viene y te pide el precio de un ticket, y tenés que decirle: “ahora vale esto, pero si me llamás en cinco minutos no se si va a seguir igual”. ¿Y cómo le explicás eso a la gente?”, se preguntaba el empresario cordobés.

Trabajo fino
“Otra cosa que el pasajero no entiende es que hoy en día el 99 por ciento de los boletos es no reembolsable ni endosable, es decir que si no viajás, nunca te van a devolver el dinero. La devolución no existe; eso fue un trabajo muy fino que hicieron las líneas aéreas, muy calladas, que no fue anunciado. Hoy cuando no podés viajar, tenés un plazo para usarlo, pagando la multa por cambio de fecha y diferencia de tarifas, que siempre van rotando, una medida hecha adrede para que nunca puedas conseguir la misma tarifa”, explicó Toselli.
“Esto significó una fuente adicional de ingresos para las empresas, y muchas veces el público se siente indignado creyendo que es una “avivada” nuestra y en realidad es un tema de las líneas aéreas. Lo mismo pasa con el equipaje: antes si te pasabas por un kilo, te cobraban proporcionalmente el excedente, sin embargo ahora pasás a otro status, que puede significar cien dólares más”, agregó.

Trato desigual

Otro de los factores que señalaron los profesionales tiene que ver con que no todas las aerolíneas son igual de estrictas.
“De los últimos cinco años para acá, cada vez es más fuerte, y hay algunas que tienen políticas mucho más estrictas que otras. También depende del poder de negociación con las líneas aéreas que tiene cada empresa, no hay una norma fija.
Cuanto más barato es el ticket está sujeto a mayores restricciones, independientemente de que haya hecho erupción un volcán o haya un alud. Hasta en estos casos no hay devolución y, lamentablemente, la compañía aérea tiene todas las de ganar. Es un tema que estamos viviendo las agencias de viajes y operadores, pero la peor parte se la llevan los primeros, porque son los que tienen el pasajero adelante con su carga emocional”, explicó Daniel Paz, gerente Comercial de Eurotur.

En la mesa institucional

El tema afecta a la totalidad de agentes de viajes, por eso, algunas instituciones ya lo llevaron a su mesa directiva.
“Yo le pregunto a los señores de IATA: ¿Cuál es el motivo técnico o lógico de que no se pueda cambiar el nombre un mes antes de la salida, o porqué le cobran penalidad a un tipo que cambia la fecha, cuando a la fecha la cubren igual, o cuando cambian el destino? ¿Porqué no aceptan devolución si lo vas a vender al boleto? La realidad es que penalizan al mercado en su conjunto con eso, y poco a poco van minando la economía con respecto a gente que puede viajar y no se anima a sacar el boleto porque no tiene ningún poder sobre el mismo, Ahí es cuando Defensa del Consumidor tendría que intervenir, no persiguiendo al agente de viajes porque al pasajero no le gustó un hotel”, expresó Eduardo Carey, titular de AAOVyT, quien llevó el asunto a la última reunión entre dirigentes.

“También aparece el negocio de las compañías de seguros. Pero para cancelar tenés que reunir una excesiva cantidad de condiciones. Una cosa es pedir cambiar un nombre 48 horas antes, pero con un mes de anticipación no modifica en nada a las líneas aéreas. Tendrían que darle un porcentaje, no más de un 10 por ciento, a cada operador para que pueda cambiar los nombres. Con las fechas sucede lo mismo, si tres meses antes del viaje quiero modificar la fecha, me cobran 150 dólares, y ni hablar de cambiar de compañía. El caso merece una denuncia porque pone de rehén a pasajeros que no pueden moverse de eso”, indicó Carey.
“Por supuesto que si una familia de cinco personas te dice una semana antes que no viaja tiene sentido que las compañías protejan la seguridad del vuelo. Pero con treinta días de anticipación, como dice la ley de Turismo, se puede hacer la devolución sin sufrir ninguna penalidad. Pero te tienen prisionero de tal manera que no permiten que hagas absolutamente nada, cuando los aviones los llenan de todas maneras. Es un artilugio recaudatorio exclusivamente”, disparó el presidente de AAOVyT.

Legislación vigente

La resolución 1532/98 que regula el Transporte aéreo, dice entre otras cosas, que:
El contrato puede ser personal e intransferible, transferible o al portador, de acuerdo con las regulaciones del transportador.
Cuando un pasajero, antes del inicio de un viaje, prueba fehacientemente, mediante la presentación de un certificado médico, el hecho de enfermedad o incapacidad física para viajar durante el periodo de validez, tal período será extendido por el transportador por un plazo mínimo de 30 días.
Algunas tarifas pueden tener condiciones que limiten o excluyan el derecho del pasajero a cambiar o cancelar reservas así como que el cambio o cancelación de reservas esté sujeto a un cargo.
Cuando el pasajero decide cancelar el contrato, el transportador reintegrará la tarifa pagada por el viaje no realizado sujeto a los siguientes cargos: hasta el 10 por ciento si se solicita la cancelación con una antelación de más de 24 horas antes del vuelo; hasta el 20 por ciento si se solicita la cancelación con una antelación menor a las 24 horas antes de la fijada para la partida del vuelo, aún cuando el pasaje haya sido adquirido dentro de ese lapso.