por Alberto Bosque CoelloPero ello conlleva que escuchemos cosas discutibles y a veces impropias. Hoy me gustaría hacer una reflexión sobre términos que utilizamos en turismo, que en mi opinión son cuanto menos inadecuados.
Uno de ellos es cuando nos referimos a ‘turismo de calidad’ equiparándolo al ‘turismo de lujo’. Aludiendo a ‘la calidad’ pensamos en hoteles de 43 estrellas con mayordomos debajo de la cama, y 23 tipos de jabones de sabores tropicales en el baño.
‘Calidad’ no es eso, sino el encontrar un servicio esmerado, amable y adecuado al precio que un cliente está pagando, ya sea por un hotel o un camping, un restaurante de lujo o un bar de tapas.
Yo sé de tantos albergues de calidad, y muchos hoteles de lujo de poquísima calidad. La calidad equivale a buen servicio, y no al lujo.
Y tampoco es exacto el término ‘lujo’ porque se hace equivalente a ‘caro’. En mi opinión, el lujo no tiene por qué ser caro, porque el lujo es sinónimo de exclusivo. Es verdad que la exclusividad normalmente se paga, pero el turista inteligente (que suele ser aquel que se deja asesorar por profesionales competentes) puede tener acceso a servicios exclusivos, (es decir, servicios a los que no todos tienen acceso), sin tener que pagar mucho dinero.
Observar pájaros, ver lobos en libertad, descender un río en piragua, comer con un bodeguero en su bodega, hablar con un pastor sobre cómo predecir el tiempo, entrar en la casa de una persona admirada, pasear en burro, hacer el Camino de Santiago a caballo, trabajar como tripulante en un barco pesquero,… Todo eso es lujo, y no es sólo comer dos docenas de ostras y medio jamón de Guijuelo con un Pingus del 76.
Pero el término que más odio es el de ‘VIP’ para aludir a aquel cliente considerado como ‘Very important person’, sólo porque tiene una alta capacidad adquisitiva.
Es erróneo, injusto, inmoral, y muchas cosas más, considerar importante a una persona por ser adinerada. Si queremos, podemos decir ‘cliente rico’ pero no podemos poner el calificativo de ‘importante’ porque sea acaudalado.
En turismo todas las personas son importantes. Pero si afinamos un poco, creo que, si tenemos que considerar importantes a alguien, pondríamos este adjetivo a los que ahorraron mucho tiempo por pagarse ese viaje, a los niños que hacen ese viaje con el que llevan soñando años, al anciano que viaja por primera vez en su vida…
Para mí, esas personas son más importantes que el turista rico que visita ese destino por 5ª vez y que ya perdió casi la ilusión porque nada le sorprende ni le impresiona. El turista es siempre importante. Y luego puede ser rico o no, pero importantes, somos todos.
fuente: Expreso