por Javier L. Noriega desde Madrid 

El director de Calidad y Medio Ambiente de Air Europa, José Antonio Salazar, fue claro ayer, en unas jornadas organizadas por Boeing y la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (Apia): la incorporación de la aviación comercial al régimen de derechos de emisión de CO2 en 2012 aumentará los costes de las aerolíneas, que los repercutirán en las tarifas de sus billetes.

Salazar no precisó ni cuánto aumentarán los costes ni qué parte tendrán que asumir los pasajeros. Pero sí avanzó que, en un estudio inicial, Air Europa considera que la medida le puede suponer un desembolso adicional de seis millones de euros al año.

Atendiendo a una directiva europea, España espera aprobar antes del verano una norma que, en 2012, limita las emisiones contaminantes de la aviación al 97% de las que se registraron en 2004-2006. Para 2013-2020, este techo se reduce al 95%. En este marco, el Gobierno asignará derechos de emisión a cada aerolínea, el 85% de los cuales será gratuito. El resto, tendrán que comprarlo en el mercado de derechos, pudiendo acudir a la bolsa en la que ya operan sectores como el eléctrico o el industrial.

"Estas medidas suponen un incentivo más para que el sector gane en eficiencia", apuntó el subdirector de Comercio de Emisiones de la Oficina española de cambio climático, Ismael Aznar.

Los objetivos para el transporte aéreo en materia medioambiental, en los próximos años, son ambiciosos. En la actualidad, el sector supone el 2% del total de emisiones mundiales de CO2. Su reto es lograr que, pese a un incremento del tráfico aéreo (se esperan avances del 5% anuales), el impacto contaminante sea neutro en 2020.

"Nuestro futuro depende de la capacidad que tengamos para desarrollar una industria sostenible", añadió el vicepresidente de Boeing International y máximo responsable en España, Pedro Argüelles.

¿Qué medidas está tomando la industria? Las principales actuaciones tienen lugar en tres campos: la fabricación de aviones más eficientes; la mejora de los sistemas de gestión de tráfico aéreo; y el uso de nuevos combustibles (ver recuadro).

Los dos primeros ámbitos son los que tendrán resultados a corto plazo. Así, cada nueva generación de aviones (como el 787 de Boeing) son, al menos, un 15% más eficientes en el consumo de combustibles que la anterior, gracias a nuevos diseños, tecnologías y materiales.

En el caso de la gestión del tráfico aéreo, un sistema más eficiente podría ahorrar un 12% de emisiones. Con un minuto menos de vuelo por cada avión, habría 4,8 millones de toneladas de CO2 menos de emisiones al año. Los modelos de trayectorias predictivas y las aproximaciones de los aviones en descensos continuos supondrán un cambio cualitativo en este ámbito.

Las aerolíneas también están tomando medidas. Reducir a la mitad el agua potable que transportan o limitar la carga del catering, por ejemplo, le han permitido a Air Europa ahorrar hasta 141.000 kilos de combustible al año por avión.

fuente: cincodias.com