Soberanía y turismo
Miércoles, 07 Marzo 2012 10:23

Soberanía y turismo
Por diferentes motivos pero con un mismo origen, la industria turística uruguaya y la fueguina (de Tierra del Fuego R.A.), están sufriendo menoscabo a sus posibilidades comerciales, por decisiones políticas. En el primero de los casos, en un contexto de permanente asedio a todo lo que sea generación de divisas por parte de las máximas autoridades de su principal cliente y en el otro, por la prohibición de amarre a los buques con bandera británica, de Malvinas, de conveniencia o simplemente, porque procedan de las islas en disputa, impuesta desde el mismo origen.
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Es muy arduo y puede resultar muy espinoso, analizar integralmente la situación que se les genera a ambas comunidades y sería muy redundante volver a explicitar en detalle todos los motivos, por lo tanto, queremos referirnos a este tema desde el ángulo que entendemos debemos hacerlo.

Somos muy respetuosos de las convicciones y en algunos casos, admiramos a aquellos que no se dejan envolver por las corrientes de opinión coyunturales y buscan escribir su propia historia, andar su propio camino. De esa forma, somos coherentes con nosotros mismos, que esporádicamente debemos aclarar que vamos a contramano por la autopista del tursmo.

Pero, hay historias e historietas, caminos y senderos secundarios.

Otra vez nos situamos desde el globo aerostático o en la cámara del Google Esrth (nos gustó la metáfora) y miramos desde allá arriba hacia el sur de Sudamérica y vemos como, desde el mismo lugar, parten las ondas negativas contra todo y contra todos.

La cuestión fueguina tiene un contexto que por interno, en el fondo, por más discordancia con el poder central que se tenga, terminará en subordinación, porque así lo manda la constitución y más que ello, la buena convivencia republicana.

Que no amarren los cruceros y que con ello no se vendan souvenirs, paseos, comidas y todo aquello que está en oferta en Ushuaia, responde a decisiones por soberanía en el tema Malvinas y ello, agrade o no, hay que respetarlo porque se encuadra dentro de la libre determinación de los pueblos. Obviamente, junto a esas decisiones, debe tenerse en cuenta la aceptación tácita del perjuicio económico que se le genera al destino en cuestión.

La cuestión de la orilla de este lado de los ríos es muy distinta.

Luego de todos los chisporroteos generados por Vázquez y Kirchner (más allá de quien tenga o le falte razón), entre Mujica y Cristina "nos vendieron" a todos una especie de climax fraternal, con trencito de los pueblos libres y todo.

Unilateralmente, ya no el climax, simplemente el clima, se enrareció y aparecieron las trabas una tras otra, haciendo añicos el presente y pintando de negro el futuro inmediato de las exportaciones uruguayas a la Argentina, incluyendo en el contexto de los servicios, al turismo.

Hay que preservar la diplomacia, hay que demostrar inteligencia, tolerancia, grandeza, todo lo que quieran decirnos. Lo aceptamos y lo promovemos, porque por encima de los resultados económicos se trata de preservar otra cosa, la fraternidad entre los pueblos por aquello de que "los gobiernos pasan...".

Pero dejemos de lado la hipocresía y no recitemos versos inexistentes.

Em una palabra, no se puede hacer otra cosa que capear el temporal y esperar que amaine pero, (¡otro más!), los ranchos generalmente no tienen sótano, a no esconderse entonces,  aunque nos mojemos un poco y nos despeine el viento, plantémonos dignos ante el vendaval, con la frente alta, como manda la historia.

Portal de América



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