"El capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos en inglés Chapter 11 of Title 11 of the United States Code permite a las empresas en el país norteamericano con problemas financieros a reorganizarse bajo la protección de la ley. Cuando una empresa no está en condiciones de asumir su deuda o de pagar a su acreedores, la propia empresa o sus acreedores pueden presentar una solicitud de protección de bancarrota del capítulo 7 o capítulo 11 por medio de un tribunal federal. Bajo el capítulo 7 le empresa cesa sus actividades, un agente vende la totalidad de los activos y distribuye el capital resultante entre los acreedores. El montante resultante se distribuye entre los propietarios de la empresa. Bajo el capítulo 11, en la mayoría de los casos, el deudor mantiene el control sobre las operaciones bajo supervisión de la corte" (Wikipedia).

Quizás, por nuestro escaso conocimiento del Derecho, podamos estar equivocados pero lo que tratamos de dejar en claro es que ocurrieron los hechos de una forma y a nuestro entender, se están contando de otra, muy diferente. Todos sabemos que lo que hizo American Airlines fue presentarse ante un tribunal de Manhattan, al Capítulo 11 ¿no?.

Seguramente algunos por estar desinformados y otros, quizás por morbo o por intereses, elijan hablar de quiebra.

Pero no debe sorprendernos, hoy en día la anarquía imperante en las comunicaciones es apabullante y todo parece indicar que es un tema sin solución de continuidad.

Hace pocos días, en un paso de comedia con el actor Antonio Gasalla, en su programa de televisión, Susana Giménez expresó que le daba asco pensar en tener ELLA relaciones lésbicas y que antes de ello prefería la muerte. A partir de ese momento, además de aparecer en pantalla representantes de las minorías discriminadas que se convierten SIEMPRE en los mayores discriminadores, el tratamiento que le dio la prensa al hecho, fue sencillamente lamentable. Una y otra vez se repetía que la diva había dicho que le daban asco las lesbianas y poco menos que la acusaron de hacer apología de la muerte.

Alguien, algún día, deberá ocuparse de este asunto.

Como es de esperarse, pero nunca está de más reiterarlo, somos defensores convencidos de la libertad de expresión y nos provoca profunda tristeza cualquier forma de censura pero, al parecer estaría llegando la hora en que todos quienes tengamos que ver con la comunicación, decidamos sentarnos ante una gran mesa redonda para debatir el sentido ético de la actividad y darnos unas modernas reglas de juego.

La impunidad en la comunicación no es patrimonio exclusivo de los períodos de facto, en plena Democracia se están excediendo todos los límites.

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