Cuando decimos "casi", lo hacemos obligados por la realidad de Uruguay en donde los agentes de viajes desde muchos años a esta parte, brillan por su ausencia en lo que refiere al campo gremial.

Este comentario no pretende cargarle la culpa a la conducción de turno y mucho menos personalizar la opinión, simplemente lo que hacemos es señalar un dato de la realidad.

Hasta el nacimiento de la Cámara Uruguaya de Turismo (1993), el interlocutor válido del sector privado ante el gobierno siempre había sido AUDAVI, la Asociación Uruguaya de Agencias de Viajes, condición que cedió mansamente a la entonces novel corporación.

Los diferentes grados de protagonismo de las corporaciones, lo marcan sin ningún lugar a dudas sus conductores.

Nadie puede negar que existen hoteleros, inmobiliarios, gastronómicos, rentadores de autos o transportistas brilantes, pero es impensable que puedan empardar el perfil de un operador turístico brillante, en la conducción de una cámara.

La explicación es muy sencilla: el operador es el único que está obligado a entender de cada uno de las otras disciplinas y por ende, entender de turismo, que es la sumatoria de todo lo anterior.

Es verdad que existe una gran empatía de un tiempo a esta parte entre los representantes del sector público y los del sector privado, eso nadie lo discute, siempre que hay un evento es destacado ese estado de cosas por quienes hacen uso de la palabra.

Pero no es menos cierto que existe una gran disconformidad en general, en los distintos sectores del turismo y precisamente, una de las cosas que más se critica es que no se perciben diferencias entre lo que dice o lo que hace cada parte (estado-actividad privada).

Se ha perdido en el tiempo el último congreso nacional de turismo en el Urugay, ¿alguien recuerda cuando fue?.

Unos hacen reuniones itinerantes en donde se presentan magnificas expresiones de intención y se anuncian voluntades pero donde casi no se debate, mientras los otros se limitan a la organización de workshops, cuyo objetivo visible es el recaudatorio.

Ninguna de estas dos actividades es criticable ni es nuestra intención descalificarlas, simplemente lo que señalamos es que son, de cara al verdadero mandato que tendrían que honrar estas asociaciones -propender al desarrollo del turismo-, realmente insuficientes.

Cuando nos toca escribir opiniones como éstas, somos conscientes que alimentamos resquemores, que contribuimos a que nos quieran un poco menos quienes no nos quieren nada, pero, nuestro compromiso como comunicadores y analistas si, es propender al desarrollo del turismo y para ello, entendemos que aunque suene mal, debemos marcar estas carencias.

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