Una de las acepciones relativa a la palabra anarquía, nos informa desde el diccionario de la RAE: Desconcierto, incoherencia, barullo.
Desconcierto
Es el que nos asalta cuando no solamente en Internet, sino también en los habituales foros presenciales a los que acudimos, vamos asimilando información tan diferente acerca del mismo tema. Depende si el que brinda la información es un Maquiavelo, un contento o un amargao, lo que estaremos leyendo, escuchando o viendo. Las estadísticas, según quien las haga, quien las financie y quien las publique alimentan el desconcierto.
La penetración de lo que algunos sabios catalogaron hace bastante tiempo como TV BASURA, tiene totalmente alterados los valores de la gente común, la que paulatinamente ha ido adaptándose lastimosamente, a aceptar como normal el lenguaje chabacano, la utilización de cualquier recurso, por más bajo que sea, para elevar el rating y ver, como aquel muchacho que hace algunos años era un buen tipo de provincia, de familia, de costumbres convencionales, amparado en su gran poder mediático, económico y por ende político, defina elecciones, marque tendencias y se convierta en algo así como en un Dios supremo que decreta que está bien presentar a un bailarín y dedicar interminables minutos del Prime Time a elogiar, envidiar y promocionar el tamaño del miembro viril de ese profesional de la danza o aparecer, como un reverendo sumiso, ante cualquier desplante de los patéticos personajes de su elenco.Lo peor de esta dolorosa verdad, es que los demás programas, los actores, actrices, conductores, TODOS, en una palabra, le siguen presentando como el gran capo, como el motor de sus cuentas bancarias y le rinden pleitesía, aceptando absolutamente todo lo que se le ocurre, lo que presenta, lo que contrata, sin ningún tipo de miramientos por la moral y las buenas costumbres.
Incoherencia
Hoteles enormes son promocionados como Boutique; se informa hasta el hartazgo de lo que hacen los conglomerados turísticos en algunas zonas y resulta que cuando buscamos algo elemental, como puede ser una página web corporativa, que facilite las búsquedas de los servicios de determinados destinos, no la encontramos. Se pretende vender determinados servicios como los que van a ser los más apreciados, los más rentables y prósperos y no se cumple con ninguno de esos anuncios y no pasa nada. Hay empresas que son sancionadas por publicidad engañosa y los organismos que aplican las sanciones, no las comunican a los medios especializados y los otros medios, no las publican por las causas que todos conocemos.
Barullo
Las cataratas de información parecen no tener compuerta alguna que canalice su torrente y entonces, el ciudadano medio que pretendíó toda su vida estar informado vive aturdido por el barullo de los medios convencionales, de la web y de todos los eventos que se suceden sin solución de continuidad. En este escenario, en los equipos de producción, en las mesas de redacción, en los consejos directivos de las instituciones y en las reuniones de planificación de las jerarquías de los organismos oficiales, hay un denominador común: la determinación por comunicar, permanenetemente, contundentemente, ampliamente, insistentemente y cada vez menos se lo hace covenientemente, oportunamente, convincentemente e inteligentemente.
Por todo esto, salve Discépolo: Igual que en la vidriera irrespetuosa/de los cambalaches/se ha mezclao la vida,/y herida por un sable sin remache/ves llorar la Biblia junto a un calefón...
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