Se podrían citar lugares como las pirámides de Giza, la Gran Muralla China, el Partenón, la Estatua de la Libertad o la Tour Eiffel, como esos lugares que algún día aspiramos a conocer.
Sin embargo la experiencia indica que en el colectivo, como se dice hoy día, el sueño del viaje a Europa sigue reinando.
Hasta hace unos pocos años el viaje a Europa era el examen final de todo viajero. ”Darse un europazo”, decía un sketch televisivo, que era además, hacer, morir de envidia a los vecinos.
Eran épocas en que las maestras y muchos jubilados podían tomarse dos o tres meses para recorrer el Viejo Continente.
Hoy las cosas han cambiado, viaja más gente, aunque posiblemente menos maestras y menos jubilados.
Por otro lado se presenta la dificultad de que los tiempos no solo se han acortado, sino que la oferta europea se ha multiplicado exponencialmente.
La duración de un viaje de vacaciones, oscila entre los 10 y 20 días.
La Europa turística, desde la apertura del bloque socialista, ha agregado destinos imperdibles como Berlín, Praga, Leningrado y tantos otros que se vuelven cada vez más populares.
Pero también los destinos tradicionales ofrecen cada vez más opciones. El Reino Unido: Stonehenge, Dublín y Liverpool, al influjo de los Beatles; Italia: Lucca, Cinque Terre, Cerdeña, Verona.
Y de España ni hablar.
Y los que planifican visitar sólo París, luego se sienten tentados por Épernay, el Loira, Honfleur o el Mont St. Michel.
En fin las opciones son incontables. Personalmente sugerimos los contrastes culturales, Londres y Sicilia, Madrid y Galicia, Paris y las Islas Griegas. Es decir las grandes metrópolis y lugares más descontraídos, pequeñas ciudades, paisajes rurales pero también costumbres diferentes.
Pero eso es algo muy personal.
Y ya que ayer hablábamos de la búsqueda de las raíces, debemos señalar como factor fundamental de esta atracción europea nuestras raíces culturales y familiares con ese continente.
No podemos omitir la influencia directa, que ejercieron los tour operadores europeos como Polvani, Meliá, Marsans y tantos otros que con sus giras europeas facilitaron enormemente los viajes e impusieron una modalidad.
Con distancias más largas entre un destino y otro y algunas dificultades de infraestructura, que afortunadamente parecen superarse, nuestra América se posicionará igualmente como un destino global.
En primer lugar seguirá aumentando el turismo interno y el prestigio de nuestras culturas originales.
El inventario turístico es tremendo y el buen momento por el que atraviesan nuestras economías es propicio para vaticinar un despegue turístico.
Pero otras regiones también están creciendo y seguirán creciendo.
El rol de los Estados y de los empresariados será cada vez más decisivo.
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