Con estas palabras se refería ese gran periodista de El País de Madrid, que es Paco Nadal al reciente atentado en  Marruecos, para nosotros uno de los destinos turísticos más deslumbrantes que hemos conocido.

Hablar de seguridad nos vuelve muy inseguros, como cuando en Navidad tomábamos una copa de champagne que había sido de la abuela y nos decían: ”Tené cuidado, esas copas son muy delicadas”.

A partir del 11 de setiembre, nos hemos vuelto más cuidadosos que nunca, convencidos que no podemos aconsejar a nadie que a donde vaya, “no va a pasar nada”.

Razones profesionales nos llevaron a viajar a algunos destinos inmediatamente después que sufrieran algunas catástrofes; México después del terremoto de 1985, Miami después del Huracán Andrew y Nueva York después del atentado contra las Torres Gemelas(en este último caso, viajamos dos meses más tarde).

En los tres casos la situación era normal, muchos casos de tristeza, pero sobre todas las cosas, apreciamos grandes muestras de solidaridad, de esas que nos reconcilian con el ser humano.

De esas experiencias y las que los medios nos traen diariamente en forma de noticias, solo podemos afirmar que es cuestión de suerte, si no te toca, o como se dice popularmente: “Es la ley de Montes de Oca, al que le toca, le toca” (No nos olvidamos del dicho que “Un rayo no cae dos veces en el mismo lugar”,pero no podemos afirmar que sea infalible).

Lo cierto es que en estos casos ,en lo referente al turismo, es muy importante el manejo de la noticia y la serenidad con que se manejen las autoridades y la profesionalidad de la Industria.

Podemos citar el ejemplo de España que supo sortear tantos atentados terroristas, perpetrados incluso contra objetivos turísticos.

Muchos otros países han acertado en sus políticas para superar estas adversidades. Colombia por ejemplo, atreviéndose incluso a usar la palabra “riesgo” en sus campañas publicitarias.

Esperamos que Marruecos supere rápidamente este suceso, porque, más allá del dolor que provocan todas las injustas víctimas del terrorismo, no podemos evitar nuestro sentimiento de solidaridad con todos los que dependen del turismo, los maleteros, las mucamas de hoteles, los empresarios y las familias de todos ellos.

Quizás ya  hemos repetido estos conceptos, en otros momentos, lo tenemos que hacer cada vez que se repitan estos hechos. Mucho nos gustaría no tener que volver a hacerlo.

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