Lo mismo podríamos decir de la actividad turística, aunque estas marcas se suceden con mucho mayor frecuencia, esto es después de cada temporada, período vacacional, fin de semana largo o fin de semana corto, da lo mismo.

Estas Olimpíadas del Turismo no tienen una sola sede, sino que se dan en prácticamente cada centro turístico del mundo, como su puede comprobar estos días después de la Semana Santa.

En este rincón del mundo que vive lejos de las crisis que afectan otros países y tal cual lo consignamos repetidas veces, los resultados son aún mejores, merced a la organización de los feriados argentinos y al tremendo crecimiento del mercado emisor del turismo brasileño.

Lo curioso y volviendo al ancho mundo, es que luego escuchamos en voz baja, que para muchos calificados actores los resultados  no son tales, que los récords tampoco o leemos que tras tanto festejo, hay hoteles que cierran, no hay ganancias que hagan sustentable el negocio o que un tercio de los cruceristas que llegan a puerto no bajan a tierra.

Aclaremos que como en tantos casos, siempre “la alegría va por “barrios” por lo que estas manifestaciones deben ser ponderadas y creemos que estos proclamados récords, no peligran, como el de Ben Johnson (Seúl, 1988).

De todos modos, aún reconociendo que el proclamar éxitos puede ser un estímulo importante para el turismo y una forma de que este, obtenga el apoyo tan necesario para su desarrollo, una evaluación critica a cargo de especialistas, sería muy bienvenida.

Por cierto, que al escribir estas líneas reconocemos estar reiterando conceptos ya vertidos en estas páginas, es una obligación que nos impone nuestro deber de informar.

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