Esta reflexión viene a cuento a raíz de un artículo de Lonely Planet que publicamos sobre la ansiedad del viajero.

Cuantas imágenes de viajeros, y de nosotros mismos,  vinieron a nuestra mente con esta lectura.

Esos momentos de ansiedad por los que pasa un turista, en el aeropuerto, en el Hotel, al esperar un transporte, al no encontrar la señalización adecuada de un camino o la no llegada a tiempo de su equipaje, pueden ser determinantes en el disfrute de su viaje y por consiguiente, del destino elegido.

¿Se enseña esto en los distintos cursos de turismo, se estudia como manejar estas situaciones? ¿Se estudia la psicología del turista?.

En otra nota publicada en nuestro sitio, la consultora Amanda Dennis nos indica que se “acabaron los talles únicos”. Cada persona requiere un talle diferente, aunque parezca mentira, en esta sociedad tan globalizada, tan masificada, cada persona requiere un trato personalizado.

Ya hay hoteles con cuartos personalizados.

Siempre nos gusta imaginarnos un turista al final de un largo día, cuando se descalza y se tira en la cama recordando lo que vivió ese día. Repasa si le gustaron los lugares que visitó, si quedó satisfecho con las compras, si disfrutó las comidas,si hizo nuevas relaciones y que fue lo mejor y peor de ese día..

Ese momento, antes de meterse en la bañera, es la hora de la verdad de un destino.

¿Que pensaríamos nosotros en su lugar?.

El turismo es un tema de antropólogos, de sociólogos, pero también de psicólogos, como el turismo es un acto de consumo y como tal implica, entre otras cosas, un deseo.

Hay mucho escrito sobre esto.

Debemos tenerlo más en cuenta.

Portal de América