Más allá del rol que cumplieron en la historia del turismo, más allá de la importancia que tienen como medio  transporte de viajeros entre dos puntos, cumplen un rol específico e irremplazable dentro de la actividad turística propiamente dicha.

La visita de la ciudad o city tour, por ejemplo, son la primera actividad, casi obligatoria, de todo turista, aún de aquellos más experimentados.

Debemos partir de la base que el transporte privado, exclusivo, alcanza valores que generalmente están muy por encima de las posibilidades del turista medio.

Por otro lado, aunque el alquilar un auto sin chofer es una modalidad que puede ser más accesible y muy recomendable, no es  aceptada por una gran parte del público, especialmente por el adulto mayor que  representa un importante y creciente porcentaje del total de los viajeros.

Son muchas las personas que no utilizan  automóviles, propios o alquilados, en sus vacaciones y por distintas razones:

Algunas, por la razón del artillero, porque no  tienen vehículo propio o porque no tienen permiso de conducir.

Otras porque tienen temor de hacerlo fuera de su país o por la mala reputación del tráfico en algunos destinos o  diferentes normas de tránsito a las que está habituado el vaiajero.

Finalmente, el intenso tráfico de autos y las dificultades de estacionamiento en muchas ciudades, hacen totalmente desaconsejable conducir en las mismas como forma de transporte placentero.

Estas razones hacen que los autocares turísticos sean  aliados indispensables de los viajeros.

De lo contrario ¿como se podría recorrer Andalucía, las joyas de Italia, el noreste de EEUU y Canadá, las sierras de Córdoba o la Ruta Jardín de Sudáfrica? para citar solo unos pocos casos en los que los autocares son insustituibles y muy especialmente cuando estos recorridos forman parte de un paquete acompañado en los que el turista tiene todo solucionado. Un recorrido por varios estados del Brasil o diferentes países de Europa en 15 o 20 días sería prácticamente imposible.

Por estas razones señalamos que debe prestarse una muy especial atención a esta modalidad de transporte cuando se refiere al turismo social o al turismo interno.

¿Para que sirve conseguir una tarifa superespecial de hoteles y comidas en un destino turístico, si después los dejamos aislados, sin una programación adecuada y donde -especialmente en baja temporada-, si se quiere visitar algunos atractivos de la región, es posible que el transporte cueste más caro que el alojamiento.

Ahora que el bus turístico para conocer la ciudad, conectado en alguna forma con las autoridades locales, es una modalidad cada vez más extendida, ¿no sería conveniente estudiar la posibilidad de agregar otros programas, en los que ,los operadores locales y establecidos., encuentran más dificultades operativas?.

No se pretende una operación de 365 días, pero si una programación con fechas preestablecidas y articuladas con las ofertas hoteleras y con los operadores que ya tienen los vehículos adecuados y una flota flexible, los guías y el know how.

Agregar programas turísticos accesibles es tan válido como agregar un nuevo atractivo, sea un museo, un parque temático o las llamadas excursiones radiales que pueden abarcar destinos de hasta 150/200 kilómetros de distancia.

Una excursión más, representa un día más de permanencia del turista en el lugar.

Es también una forma rápida y  factible de luchar contra la “estacionalidad” y como siempre decimos, hay mucha gente que lo sabe hacer.

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