Mucho ha variado en esencia, hablando de turismo, el formato de este período. Antiguamente era impensable que coincidiera con  excursiones de largo radio, sin embargo, cada día es más común viajar "en turismo" al Caribe, a Estados Unidos e inclusive, a Europa.

Cuando no existían los puentes sobre el Río Uruguay, los viajeros uruguayos "invadían" territorio argentino de la siguiente manera:

* Por el Vapor de la Carrera. Un barco con camarotes, restaurante, espectáculos, que viajaba entre Montevideo y Buenos Aires todas las noches, zarpando respectivamente de cada puerto a las 21 horas, haciendo una travesía que llevaba toda la noche.

* Vía Colonia. Como ahora, la combinación bus-ferry y con los veloces aliscafos, una especie de coctelera humana que surcaba el río entre mareos y otras yerbas.

* En bus uruguayo hasta Fray Bentos, cruce en lancha del río (el célebre Expreso Carapachay por ejemplo)y del otro lado, en Gualeguaychú, generalmente estaban los buses argentinos para seguir viaje. Decimos generalmente porque no fueron pocas, las oportunidades que pegaban el faltazo con el consiguiente desastre operativo.

* En bus uruguayo, vía Paysandú, cruzando en balsa el río, hacia Colón y desde alli, al destino final.

* Se utilizaba el avión casi exclusivamente para combinar con los paquetes aéreos con partida desde Aeroparque, en su mayoría, a Bariloche, a veces combinado con San Martín de los Andes. Otros paquetes clasicos incluían a Mendoza, a Córdoba y a las Cataratas del Iguazú.

Ni hablar de la operación a Brasil. Era tal la demanda que no alcanzaba el parque de ómnibus adecuados para larga distancia, entonces, no había más remedio que hacer "trasbordos".

El escándalo de hace unos días en la frontera del Chuy, era casi que habitual, cada año en está época y no por culpa de ninguna medida restrictiva de la Agencia Nacional de Transporte norteña, no, nada de eso. Un error reiterado era solicitar a las empresas brasileñas las unidades de ese origen para seguir viaje desde el Chuy, "para la hora cero de tal día"...era bastante común que se interpretara mal y "esa hora cero", muchas veces para el proveedor del servicio era 24 horas más tarde...

Operar Semana Santa para los agentes de viajes de la época, era todo un desafío, significaba semanas enteras con pocas horas de descanso por ejemplo. Crecía tanto el número de viajeros  a atender, que la confección de las listas de pasajeros, los rooming list y todo lo concerniente a documentación (vouchers por ejemplo), lo cual se realizaba con máquinas de escribir y las copias con papel carbónico, llevaba tanto tiempo que no alcanzaban las horas del día.

La atención y venta en el mostrador demandaba todo el horario comercial, desde las 9 a las 19 por ejemplo y no había más remedio que aprovechar, luego del cierre, para hacer todo lo otro. ¿Horas extras?...mmmm, con suerte, si la cosa "salía bien", una compensación a modo de premio posterior.

Muchas veces, cuando escuchamos o vemos, las quejas de la muchachada de ahora, por el estrés que produce la "caída del sistema" o la necesidad de cumplir "alguna hora extra", se nos escapa una sonrisa nostálgica y tratamos que no se nos vea, para no tener que andar dando muchas explicaciones...

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