Como un restaurante, es decir. A pesar de los rumores de que el lugar se irá para siempre, una nota de prensa ha confirmado que El Bulli de hecho se cerrará en el 2012, pero vuelve a abrir en 2014 como una fundación culinaria. El instituto sin fines de lucro servirá como un "tanque de pensamiento para la creatividad en la gastronomía", ofreciendo desde 20 hasta 25 becas de un año de duración para los cocineros para experimentar en el famoso taller de Adria y compilar una enciclopedia exhaustiva sobre la cocina contemporánea.
 
Adria, por su parte, pondrá a prueba su talento con un público diferente: los estudiantes de la Universidad de Harvard. Él firmó un contrato para enseñar en un curso de pregrado en otoño de 2010 en física culinaria.
 
La conversión de El Bulli (y la repentina de su propietario en académico) puede tener su origen tanto en la necesidad financiera, como en el deseo de seguir empujando las fronteras culinarias. Hace unos días, en un almuerzo de prensa para los funcionarios del gobierno de Barcelona, Adria admitió que el restaurante estaba perdiendo "medio millón de euros" al año. "Yo no soy un millonario", añade el chef.
 
Siempre ha sido difícil, muy, muy difícil obtener reservas en El Bulli (la lista de espera para el próximo verano, por ejemplo, es de 3.000 nombres). Ahora, pese a las promesas de Adria de que "se servirá comida de alguna forma en El Bulli" después de 2014, nuestras posibilidades de probar su gastronomía molecular pionera parecen más alejadas que nunca. 
  

fuente: Holmes Catesby/Travel and Leisure – traducción: Portal de América