Nueva York quiere limpiar su cielo de turistas
Miércoles, 14 Abril 2010 00:11

Andar por el cielo de Manhattan es un lujo que pude disfrutar esta Semana Santa, acompañada de un sol primerizo y de una buena amiga que estaba de visita. La experiencia de sobrevolar la isla en helicóptero, a la que siempre me había resistido por miedo y que sólo acepté por la insistencia de mi invitada,
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por Gemma Martínez
fue un descubrimiento. El aparato recorre la Gran Manzana, en un viaje de 20 minutos de duración, surcando uno de los dos ríos que la bañan (Hudson) y adentrándose en la ciudad, moviéndose por las rendijas que existen entre el horizonte y los rascacielos. A pesar de que no se acerca demasiado a iconos arquitectónicos como el edificio Chrysler (mi favorito) o el Empire State, el helicóptero es la única opción que permite gozar al planear a cámara lenta sobre el puente de Brooklyn o sobre el lago Reservoir, en Central Park, casi rozándolos.

El viaje, que cuesta 165 dólares (122 euros) por persona, es organizado a diario por Liberty Helicopters, una de las compañías que operan en el helipuerto público situado en la parte baja de Manhattan, junto a Wall Street. El recinto, perteneciente a la autoridad portuaria de Nueva York y New Jersey, es explotado desde 2008 por FirstFlight. La empresa, propiedad de su consejero delegado (John Dow) y constituida en 1987 para prestar servicios de aviación corporativa, paga a la autoridad portuaria diez millones de dólares por operar el helipuerto, que es utilizado tanto por ejecutivos de Wall Street que quieren huir de los atascos como por turistas. Desde la instalación se producen unos 40.000 despegues y aterrizajes de helicópteros al año.

El recinto se ha convertido en el principal punto de operaciones de las empresas que organizan vuelos turísticos sobre la ciudad y que en 2008 (últimos datos disponibles) transportaron a 409.325 pasajeros. La exclusividad de este aeropuerto se ha producido después de que un grupo de ecologistas (Friends of the Hudson River Park, Amigos del parque del río Hudson) ganaran una batalla judicial de diez años de duración que obligó a cerrar otro helipuerto (Air Pegasus) que existía cerca del centro de la ciudad, en el barrio de Chelsea.

El tráfico de estas instalaciones se vio afectado por un accidente ocurrido en 2009 en el que fallecieron nueve personas al chocar un helicóptero de Liberty Helicopters con una avioneta cuando los dos aparatos sobrevolaban el río Hudson. Tras el incidente, el Ayuntamiento decidió reformar los corredores aéreos sobre el Hudson, que estaban sin regular y donde los pilotos de helicópteros y avionetas eran los únicos responsables de evitar chocar entre sí. La ciudad dividió el espacio aéreo sobre el río en dos alturas separadas, en las que sólo pueden volar unas aeronaves u otras, en función de si están atravesando la ciudad o si la recorren como ruta turística. A su vez, se establecieron límites a la velocidad de los helicópteros, se obligó a incorporar sistemas de radio frecuencia, navegación aérea y tecnología anticolisión. Anteriormente, estos sistemas eran voluntarios.

El frente en contra de los vuelos en helicóptero no termina ahí y un grupo de concejales y congresistas están presionando a la ciudad para que elimine el tráfico sobre Manhattan, o lo reduzca a la mínima expresión. Su petición parlamentaria cuenta con el apoyo de los vecinos de las áreas afectadas, incluidos barrios acomodados afectados por los viajes, como Brooklyn Heights o Upper West Side. Los residentes detestan tener estos ruidosos pájaros de hélices por encima de sus casas y quieren tener la misma suerte que los vecinos de Chelsea, ya sin tráfico turístico sobre ellos.

Los opositores a los helicópteros creen que volar sobre el Hudson es una extravagancia de la que deben olvidarse los turistas, que pueden disfrutar de vistas similares desde puntos de la ciudad como Brooklyn Heights Promenade o las propias terrazas del Empire State y el Rockefeller Center. Los residentes en Brooklyn Heights han lanzado una campaña en la que exhortan a todos sus vecinos a expresar sus quejas llamando al número de atención ciudadana 311.

De momento, la corporación municipal de Michael Bloomberg se opone a eliminar el tráfico  de los helicópteros, ya que considera al turismo como una de las actividades básicas para sostener la economía de una ciudad demasiado dependiente del sector financiero. La guerra por limpiar el cielo de turistas está abierta.


del Blog de Gemma Martínez en www.expansion.com - Portal de América

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