El monte de la meditación eterna
Jueves, 15 Septiembre 2011 23:33

El monte de la meditación eterna

En lo alto del japonés Monte Koya aún quedan en pie ciento siete templos y un magnífico bosque de cedros, cipreses y pinos centenarios.

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por Francisco López-Seivane

Koyasan es una meseta boscosa abrigada por ocho picos, algo que los budistas japoneses equiparan a una flor de loto con sus ocho pétalos. El emperador Saga concedió estos terrenos en lo alto del monte Koya a Kobo Daishi en el siglo IX para establecer un monasterio de su particular escuela de monjes budistas lejos del mundanal ruido. El primer templo, llamado Kondo, se construyó en el 819 para que sirviera de centro de estudios y librería. A su alrededor fueron levantándose nuevos templos, como Miedo, dedicado albergar estatuas de Buda, o Daito, una bella pagoda de doble tejado dedicada al estudio del budismo esotérico, hasta completar el gran complejo que hoy se conoce como Danjo Garan.

Lo he visitado despacio mientras el tifón Talas aullaba como un lobo en los bosques. Aunque la mayoría de los edificios se quemaron muchas veces, siempre fueron reconstruidos en su exacta forma original. La elegancia de formas de Kondo, el templo original, un perfecto y esbelto cuadrado que alberga dos mandalas gigantescos, mantiene intacto el espíritu con que fue concebido. Dos veces al años se celebra aquí un gran festival en el que los devotos, con los ojos vendados, arrojan flores al azar sobre uno de los mandalas. El buda sobre el que caen se convertirá en lo sucesivo en su guía y referencia espiritual. La imponente mole roja de la gran pagoda, de 50 metros de altura, reproduce también milimétricamente sus formas originales, pero las esbeltas columnas que la sustentan ya no son troncos de cedro esmaltados, sino cemento pintado de rojo, al igual que el resto de la estructura. Mantiene la apariencia, pero no la esencia.

Se dice que, en sus buenos tiempos, Koyasan llegó a sumar más de dos mil monasterios y muchos miles más de monjes que se dividían en gokuryo (clérigos), gyonin (curas laicos) y hiyiri (seguidores del budismo shingon que Daishi había traído de China). A partir del siglo XVI, sin embargo, los shogun persiguieron sin piedad a la secta y sus creciente influencia y poder económico hasta llegar a prohibir el acceso de las mujeres al monte Koyan y destruir muchos de sus templos.

Renacimiento religioso

En la actualidad, el budismo shingon ha resurgido con notable fuerza en todo Japón, donde cuenta con treinta millones de seguidores, y Koyasan, una población de 7000 habitantes dedicados exclusivamente a proveer las necesidades del millón de personas que lo visitan todos los años, es una especie de Vaticano, cuyo templo principal, Kongobushi, es el propietario de los terrenos y administrador de todos los bienes. De los 107 templos o monasterios que quedan en pie, 52 ofrecen alojamiento, meditación y vida espiritual activa a cuantos lo deseen.

Uno de los lugares más visitados es el inmenso bosque de árboles centenarios, Okunoin, que rodea el Mausoleo de Kobo Daishi, cuyo cuerpo se dice que reposa en perpetuo satori a la espera de la llegada del Nuevo Buda. Bajo los árboles, a ambos lados del sendero, cientos de miles de tumbas acogen los huesos o el cabello de otros tantos seguidores de todo los rincones de Japón que a lo largo de los siglos han querido que sus restos esperaran también allí, en meditación eterna, el despertar del santo.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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