Otros destinos en la Patagonia no sufrieron tanto la cancelación de vuelos como si la caída significativa de pasajeros temerosos de encontrarse en el camino con las cenizas. Ushuaia y Calafate son dos ejemplos. En Puerto Madryn, por ejemplo, hablan de un 80% menos de turistas. Pero sin duda quienes padecieron y padecen más de lleno los efectos del fenómeno son las aerolíneas. Desde la empresa estatal, por ejemplo, reconocen una pérdida hasta ahora de U$S 40 millones. La diferencia aquí es que es el Estado quien se encarga de cubrir el defasaje.
Distinta es la situación de LAN que acusa U$S 20 millones con posibilidades de trepar a U$S 25 millones y la de otras líneas aéreas menores, como Andes, que hasta ahora no han conseguido ningún tipo de asistencia oficial y que en el caso concreto de esta última debió proceder a devolver esta semana dos Bombardier CRJ 900 que habían sumado en junio de 2010. "Preferimos cuidar la salud de la compañía y preservar la buena relación con el fabricante", dijeron en la empresa, que sostendrá de aquí en adelante su operación con 4 MD.
Andes no solo se vio perturbada en su programación regular –el 50% de sus destinos se vieron afectados – sino también en su operación chárter acordada para esta temporada con la mayorista brasileña CVC con vuelos de Brasil a Bariloche.
Las cenizas no permitieron concretar ni el 50% de los vuelos contratados. Sol, por su parte, debió cancelar 278 vuelos (un 31% de su programación) por las cenizas, 98 de ellos al sur.
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