Todos estamos cansados de escuchar que en todos los rincones importantes del mundo, en la conducción científica, económica, artística y deportiva, entre otras disciplinas, siempre, pero con énfasis reiterado: siempre, hay algún uruguayo.
Esa certeza ha hecho que en todo este tiempo, la autoestima individual de los nacidos aquí, siempre haya funcionado a las mil maravillas (obviamente respondiendo a capacidades personales) y en cambio la colectiva haya ido de mal en peor, hasta el punto de oír y oírnos pronunciar el lacónico y lacerante "uruguayos tenían que ser", ante cualquier revés, fuera en la disciplina que fuera.
Hace un tiempo se empezó a decir, a repetir, a machacar "país de primera", "país desarrollado" y nosotros, intentando trasmitir mesura, cautela, dijimos una y otra vez que como utopía está genial manejar esos conceptos pero, a la vez, recordando que estamos a una buena distancia de siquiera aproximarnos a cualquiera de los dos rótulos.
Y de un tiempo a esta parte comenzaron a trascender a la región (espacio a veces más importante que "el mundo o el planeta"), ejemplos colectivos muy impactantes que pasan por lo cultural y lo deportivo pero, también por lo administrativo, por las garantías judiciales y admítase o no, por la gestión política y en este punto, no solamente por la fuerza de gobierno, también por la oposición cuando de trasmitir hacia afuera se trata, como lo demuestra la tremenda solidez institucional exhibida ante la Corte de la Haya recientemente.
Pero como se sabe a ciencia cierta, los procesos exitosos requieren de la mística, sin ella, es muy improbable la consecución de logros, la obtención de objetivos.
Y en esta parte del mundo, el deporte, más precisamente el fútbol, es sin dudas, el mayor generador de mística, para nosotros, sin discusión.
El maestro Tabárez y sus muchachos no solamente han avanzado hasta semifinales, no solamente han jugado como nunca con Fair Play, no solamente han logrado respeto y consideración, creemos que lo más importante que han logrado es aprovechar la inconmensurable ventana de márquetin que ofrece la COPA FIFA, calculada en 30 mil millones de espectadores, algo así como cuatro veces y media la población mundial y han presentado a un pequeño país de grandes convicciones, con presencias intachables, con declaraciones llenas de convicción, de certezas, de orgullo pero, de humildad, de ubicación, de respeto al prójimo.
Ya empezamos a oír por ahí que es una pose, "los uruguayos juegan con la humildad, lo usan como herramienta".
Puede ser que así sea, puede ser que lo usemos como herramienta pero, ese don no se compra en ninguna parte, humilde y respetuoso se nace, esa es la ventaja.
Escribimos este artículo en la altura de Cusco, cuando es domingo a mediodía y no sabemos que pasará el martes y el fin de semana; decir que el resultado no importa no sería creíble porque ahora, todos queremos un poco más, pero, está bueno analizarlo cuando aún no sabemos el epílogo del torneo en tierras sudafricanas porque el resultado, sea cual sea, no podrá cambiar la certeza que ahora, aunque parezca increíble tenemos: se puede, nos dimos cuenta que se puede.
SAH
Portal de América