El Liberaij; Plata Quemada; el Pocho y el Loco Pedro
Jueves, 03 Abril 2014 11:32

El Liberaij; Plata Quemada; el Pocho y el Loco Pedro
Devoré en pocas horas el libro de Leonardo Haberkorn, "Liberaij - La verdadera historia del caso Plata Quemada", editado por Sudamericana. Yo estuve allí esa noche y volví a la mañana siguiente y conocí al menos a dos protagonistas de la historia, uno incluido por el autor en su relato y el otro, uno de los 350 efectivos policiales que necesitaron más de 16 horas para aniquilar a los tres delincuentes argentinos atrapados en una ratonera en el apartamento 9 del edificio de la calle Julio Herrera y Obes 1182.
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por Sergio Antonio Herrera, @DelPDA en Twitter

La noche del 4 de noviembre de 1965 estaba junto a algunos ex compañeros de clase y amigos del barrio Sur, donde nací y viví hasta casarme, en una kermesse de la querida Escuela Haití, número 8 de segundo grado ubicada en Paraguay entre Maldonado y Canelones, a escasas dos cuadras del lugar de los hechos.

Preocupado a esa temprana edad y en ese contexto en saber que me contestaba la rubiecita que me gustaba, al telegrama que le había mandado y mientras tanto, tratando de demostrar habilidades en el tiro al blanco o en embocar la arandela en el cuello de la botella de Conaprole, me había parecido escuchar detonaciones pero, no las había registrado. De pronto vino uno de los chicos de la barra y gritó: "hay un tiroteo acá a la vuelta, está lleno de gente y hasta vino la televisión" y allá salimos todos corriendo por Maldonado hasta Julio Herrera y Obes.

Dorda, Mereles y Brignone resistían y se escuchaban balazos y las exclamaciones de la gente.

A la mañana siguiente, camino al Liceo Rodó, volví a pasar por el lugar y había más gente, más balazos, más ruido y parecía una feria, vendían de todo.

Cuando volví a casa, caminando por la calle Maldonado al llegar a Cuareim, vi movimiento en la comisaría 4a. (hoy 2a) y me quedó una imagen difusa que con el paso del tiempo y analizándola me hace ver que tal vez me equivoqué o fabulé pero, todas las veces que durante estos casi 50 años he contado la anécdota, la remataba diciendo que ví como bajaban los cuerpos de los "porteños" en esa dependencia policial. ¿Los habrán llevado para allí?.

Erán épocas en que jugaba al básquetbol en juveniles de Peñarol y no me perdía los partidos de la primera por el Torneo Federal y como el Palacio, nuestra cancha, donde practicaba el plantel superior y jugaba sus partidos, se arrendaba como ahora para espectáculos, actos y otros eventos, teníamos como escenario alternativo y además, era donde practicábamos con las formativas, la cancha de la calle Miguelete, en ese entonces del Club Sisley, que aún no se había fusionado con El Tanque.

Uno de los hinchas más fieles del básquetbol aurinegro, así como de las inferiores del fútbol y ni hablar, de la primera división gloriosa de esa época, era el Pocho Otegui, un "policia de investigaciones" como se los denominaba entonces, que inclusive llegó a ser dirigente del club.

El Pocho tenía un humor muy especial y recuerdo que un día que le pedí un cigarrillo, me miró con un pucho en sus labios como solía tenerlo y me dijo: "dejé de fumar"...seguramente para no alentarme al vicio. Esa noche me contó detalles del Liberaij pero lo que me quedó grabado en la mente fue esta parte del relato: "estaba brava la cosa, era un operativo muy complicado y los tipos en todo momento daban la idea que no se iban a entregar así nomás. Éramos un montón pero había tal cagazo generalizado que en determinado momento, que yo estaba en el edificio, se me trabó la metralleta y salí a pedir otra, que alguien me prestase una y nadie lo hizo...tuve que ir hasta Jefatura a buscar otra".

El otro personaje, al cual cita Haberkorn en su libro era Pedro Glasser, vecino de Omar Blasi el que mató a su hijo hace pocos días en Maldonado y quien estaba con éste cuando apareció un conocido de Blasi pidiéndole que permitiera quedarse la noche anterior al comienzo del tiroteo en el Liberaij a "unos amigos", que no eran otros que los tres protagonistas del hecho famoso más un cuarto personaje, seguramente Malito, el otro integrante de la banda. Allí el autor cuenta la participación de quien yo conocí como "el Loco Pedro", o "Pedrito Glasser".

Un personaje de aquellos. De familia acomodada, "pintón", funcionario de la Aduana del Aeropuerto de Carrasco hasta que un día quiso "aplicarle" el reglamento a una familiar directa de Pacheco Areco siendo Presidente...sí, terminó trabajando en la Aduana de AFE.

El "Loco" iba a la sede de la calle Maldonado en su coche, con buenas pilchas, haciendo alarde siempre de sus conquistas y con participación activa en la cantina del club, donde solía ser uno de los protagonistas del "sirva y sirva". Era un personaje de la noche montevideana de entonces y tenía historias con mujeres famosas. Una vez, un sábado de enero por la noche, fingió que se le había descompuesto su DKW en plena Avenida Gorlero de Punta del Este, deteniendo todo el tránsito, haciendo que todos los ojos fueran hacia el lugar. El objetivo era mostrar el trofeo: su acompañante del momento era una de las más conocidas y bellas conductoras de la TV uruguaya.

En sus andanzas nocturnas o en el barrio del que era vecino, Pedrito conoció a otro personaje inolvidable de Montevideo y del básquetbol nacional: Raúl Erlindo Ruiz, apodado con gran sentido del humor "El Lindo", gran técnico de básquet, identificado él y su familia con el club Welcome, el barrio del Parque Rodó y el Casino del Parque Hotel del cual era habitué. A pesar de ser lo opuesto a un buen mozo, El Lindo también tenía exito con las bellas mujeres. Dios los cría y ellos se juntan ¿verdad?.

Al decir de un amigo de la época, el Loco Pedro no podría haber jugado al básquetbol ni en un partido de solteros contra casados, ya que eran muy limitadas sus aptitudes técnicas y no tenía ningún antecedente de haber jugado federado a este deporte pero, siendo Ruiz el técnico del plantel superior de Peñarol (creo que era en 1968) al cual yo había sido recientemente ascendido, un día apareció Pedro en el Palacio a practicar con nosotros, integrando el plantel superior...

¿Recuerdan las fotos de la época en la que los jugadores de fútbol aparecían con una faja blanca a la altura de su cintura?, eran los suspensores elásticos que se usaban entonces, los cuales se doblaban por encima del borde superior del short. Así lo usaba Pedro.

Además de no entender nada del juego y jugar rematadamente mal, por su inexperiencia y torpeza, a veces cometía faltas violentas hasta sin querer.

Nadie podía entender que era lo que hacía Pedro en el plantel hasta que alguien nos sugirió que la causa no era deportiva y venía por el lado que Pedro sería el encargado de proveer compañía fenenina y correr con los gastos en las salidas en conjunto.

Pedro llegó a jugar oficialmente en la reserva de Peñarol.

Una noche, enfrentábamos a Defensores de Maroñas en su cancha. Edinson Ciavattone era el crack profesional contratado por ese club pero el ídolo local era Ricardo Moreira y en la reserva jugaba un hermano suyo. Apenas ingresado, como debíamos descontar la ventaja que nos llevaban y faltaba poco, Pedro le hizo una falta intencional muy exagerada a Leonel Moreira, lo que soliviantó de inmediato a la hinchada que colmaba las tribunas y de inmediato la cosa se puso muy espesa y todos pensábamos en como íbamos a lograr salir de ese lugar cuando obligatoriamente debíamos hacerlo a través de un estrecho pasillo, era un cajón, como una ratonera.

Pero de la misma forma que armó la escena tensa, Pedro a la jugada siguiente se encargó de aliviar la tensión.

Alguien me dijo "dásela al Loco" y le pasé la pelota y arrancó como un muñequito de historieta, picando rapidito la Spalding (ya habíamos dejado la de cuero) por el flanco derecho y al aproximarse a la llave rival, de un modo poco ortodoxo, casi desde la cintura, sacó un disparo de derecha que pasó por encima del tablero sin tocarlo y con el impulso que traía, terminó cayendose de cabeza. Allí la gente de Defensores se mató de la risa y hasta el final del partido, nos pedían que se la pasásemos al Loco. Obviamente que perdimos.

Brindis por Pierrot

Aquella noche de noviembre del 65 tal vez estuvimos juntos con Jaime Roos cerca del Liberaij. No lo conocía ni conozco personalmente (aunque lo admiro de verdad y creo que es quien le ha escrito y cantado más y mejor a Montevideo). De ahí fue que recordando, cuando Jaime hizo Brindis por Pierrot incluyó la hoy famosa frase-pregunta "¿Qué será de los porteños ocupando el Liberaij?". Acompañando este artículo está el video con la inolvidable y legendaria a esta altura, interpretación del Canario Luna.

Imaginen lo que fue para quien escribe. en el invierno español del 88, a bordo de un ómnibus de turismo de la operadora Omvesa, explicarle a los compañeros de viaje, unos cuarenta latinoamericanos de casi todos los países de la región, el significado de Brindis por Pierrot.

Íbamos desde Madrid rumbo a Santander, a un congreso de la citada firma, invitados por el inolvidable "Colorado" Rodolfo Llacer, junto a un grupito de agentes de viajes uruguayos entre los que recuerdo a Andrés Risi; Corina Chapuis; Cristina Alvariza; Willy Seoane; el Conejo Turis; Antonio Gallichio; Aníbal Rodríguez; Alfredo Lanzaro; entre otros y habíamos llevado un cassette con la obra de Roos y lo estaban pasando cuando el pasaje en primera instancia hizo silencio y luego empezó a preguntar que era aquello, admirados por el ritmo y la forma de interpretación y con gran curiosidad por la letra.

Obviamente que lo que expliqué más y hasta con detalle, fue lo de los porteños del Liberaij.


Nos vemos.

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