El enorme Chiquito
Martes, 01 Enero 2013 23:46

El enorme Chiquito
"Antoñito, ¿vas a viajar igual?", me preguntó al despertarme a las 5 de la mañana mi madre, en la habitación del piso de arriba al que se accedía por una escalera de hierro, en la casa de los encargados de la vieja sede de Peñarol. Había salida por la calle Yi, comunicación desde un pasillo con la imponente sala de sesiones y a través de una enorme puerta de madera con el patio cubierto por una claraboya que la separaba de la cantina que atendía el loco Guillermo, "Cachulo" para todos nosotros. La pregunta de la vieja tenía relación al primer viaje de mi vida al exterior, como corresponde a la inmensa mayoría de los uruguayos, a Buenos Aires. Tenía que estar bien temprano en las oficinas de la Plaza Cagancha, para ir como tour conductor de un grupo, vía Colonia al partido semifinal de la Libertadores contra el Santos de Pelé, en el Monumental de Núñez.
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por Sergio Antonio Herrera, @DelPDA en Twitter

Mario Vidal me había llevado a trabajar como cadete en Viajes Cynsa, en aquel enero de 1965 y creo que solamente porque me conocía desde niño, era amigo de la familia y "manya" como nosotros, había estado de acuerdo en que yo viajase esa vez, con tamaña responsabilidad a pesar de mis escasos quince años.

El Profe Langlade había sorprendido en falta al arquero titular Luis Maidana en la concentración de Los Aromos y el técnico Roque Máspoli lo había separado del plantel el día anterior. La pregunta de mi madre tenía que ver con eso y sin decirlo había planteado: "Si no ataja Maidana ¿para que vas a viajar m´hijo?", pero, ¿quién podía hacer desistir a alguien de esa edad a acometer la gran aventura de viajar a ver al equipo de sus amores, con unos cuantos amigos del barrio nada menos que a Buenos Aires?.

Llegamos sobre mediodía y nos fuimos a alojar al Hotel Waldorf, en la calle Paraguay. Mi cuñado, el recordado Secretario de Redacción de El Día, Pancho Artigas y Beto Vidal, el hermano de Mario, eran quienes me guiaban en lo que tenía que ir haciendo y los que me dieron "la gran novedad" para mi y mi inexperiencia, que debía ir a la empresa naviera a "marcar" los pasajes de retorno para el día siguiente, para todo el grupo.

Caminando por el Microcentro porteño durante el día y ya en el estadio riverplatense cuando había caído la noche, el único tema de todos los hinchas era adivinar quien iba a sustituir a Maidana.

El suplente natural era el "Ñato" Eduardo García, Campeón Sudamericano Juvenil con la celeste en Ecuador con Mazurkiewicz como arquero suplente, a quien Peñarol se lo había comprado a Racing de Montevideo, debido a las grandes actuaciones que había tenido al enfrentarlo, siempre.

Pero lo que pocos recuerdan es que había actuado unos días antes en un amistoso en el estadio Centenario contra Atlanta y había jugado muy mal, "comiéndose " un gol entre las piernas.

Existía casi unanimidad en la hinchada para que jugara García pero, a la hora de saltar a la cancha, en la oncena titular apareció Ladislao Mazurkiewicz.

Era el Santos de Ramos Delgado en la zaga, Zito en el medio de la cancha y la formidable delantera de Dorval, Mengalvio, Coutinho Pelé y Pepe. A los pocos minutos de iniciado el partido, sentado en la Tribuna Belgrano ví como en el arco de la cabecera que quedaba a mi derecha, el inmenso Chiquito bajaba del ángulo con la pelota en sus manos que Coutinho había empalmado de bolea a la entrada del área.

¿Quién es ese monstruo?, preguntó alguien a mis espaldas y ví con asombro que el que preguntaba y me miraba esperando respuesta era el actor Marcos Zucker.

"Se llama eeee, Mazukieli" creo que dije. Aprender a pronunciar correctamente el apellido Mazurkiewicz para todos, no fue nada fácil. Ese partido lo ganó Peñarol 2 a 1 con goles de Sasía y Joya y el gol del Santos lo hizo nada menos que Pelé, quien fusiló al Chiquito desde adentro del área, única forma de vencerlo esa noche.

"Cuando atajé esa pelota, supe que iba a ser una gran noche" me dijo en la habitación de al lado a la mía, en mi casa, cuando vino a saludar a mi madre que estaba enferma, un tiempo después.

Al año siguiente, antes de comenzar la recordada semifinal en la que debutaron en Nacional, Ruben Techera, Cascarilla Morales, el Mudo Montero Castillo y Orlando Virgili, yo lo miraba hacer ejercicios de calentamiento dentro del vestuario y no dejaba de asombrarme al verlo prácticamente caminar por las paredes y tocar el techo con los pies, haciendo gala de una agilidad y destreza física increíble. Cuando terminó de hacerlo, antes de salir rumbo al túnel me dijo: "hoy las agarro todas". El inexperiente Nacional, con los cuatro jóvenes debutantes venció 4 a 0...

"Nunca más te digo nada" me confesaría después del partido.

Los dos clásicos siguientes fueron ganados por Peñarol 3 a 0 cada vez y en el segundo, Pedro Virgilio Rocha hizo el tercero entrando al arco de la Amsterdam caminado, con la pelota entre sus pies luego de eludir al arquero Jorge Paz. Yo estaba en la tribuna América, con una maleta, me había bajado recién del avión de CAUSA, regresando de Buenos Aires y me había tomado un COPSA que me dejó en Avenida Italia y Centenario...

Hubo que jugar un clásico más para definir el finalista y lo ganó Peñarol 1 a 0 con gol de Cortés. Fue el pasaporte para la final con Independiente que ganaron los rojos.


Pasó el tiempo y cuando ya trabajaba como entrenador de arqueros en el club, lo encontré en la Platea América del Centenario al que concurría siempre con mi pequeño hijo Sergio, que por entonces, estaba empezando en el Baby Fútbol y le dije: "Está siguiendo tus pasos, es arquero" y tocándole la cabeza, sonriente, expresó. "Papa frita, de arquero no, jugá de delantero que son los que se llenan de guita...".

No ha sido solamente el más grande arquero de la historia del fútbol uruguayo, fue uno de esos clásicos históricos personajes del deporte y la sociedad, inmenso como jugador, de perfil bajo en la vida.

Todo indica que dadas sus condiciones de salud actuales, hay que esperar un milagro para seguir teniéndolo entre nosotros. Para mi, al igual que debe ser para la inmensa mayoría, sin distinción de banderías, el enorme Chiquito siempre, estará vivo.

N. de R.: Como puede verse, este artículo fue publicado la noche del martes 1 de enero. Hoy amanecemos con la noticia de su deceso. El sepeliio tendrá lugar la tarde de este miércoles 2 a las 16 horas en el Parque del Recuerdo.

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