La desesperación no es política turística
Martes, 24 Agosto 2021 20:28

La desesperación no es política turística

La cuarentena record que aplicó el gobierno argentino generó una pérdida del PBI de 9,9 puntos. Para el turismo fue nefasta, virtualmente destruyó un segmento de la economía. Ahora que se tomó conciencia del daño, se buscan soluciones desesperadas y todos sabemos que ni el miedo ni la desesperación son buenos consejeros.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Parecería que ya está tomada la decisión de subsidiar hasta en un cien por cien el precio de los billetes de Aerolíneas Argentinas para sus destinos locales, a todos los viajeros que arriben al país y permanezcan un mínimo de noches que se estima entre cuatro y siete.

Pensando en voz alta, sólo cuatro noches parecen imposibles para recuperar el costo del beneficio, además, en todo caso fomentará un turismo austero.

Se utilizarían para tal fin fondos del Instituto Nacional de Promoción del Turismo (INPROTUR) por un monto de mil quinientos millones de pesos, quince millones de dólares. El gobierno le aporta a Aerolíneas Argentinas más o menos un millón y medio de dólares por día.

Se cree que de este modo llegarían cien mil turistas “extra”, por lo que en ese supuesto el subsidio seria de u$s 150 por billete, apenas alcanzaría para viajar a Mar del Plata desde Buenos Aires, ello tomando como base las tarifas publicadas por Aerolíneas Argentinas para el mes de noviembre próximo. Para El Calafate el costo sería de unos $ 24.000 por pasajero, u$s 240 al tipo de cambio oficial.

Siendo realistas, ese “beneficio” podría favorecer a unos 60.000 viajeros. Si todo saliera bien, sería un negocio de más o menos u$s 60 millones, estimando una estadía de cinco días promedio y un gasto diario de u$s 200,00

Hay varios temas por resolver; el primero el monto del subsidio que sería del total del precio del billete, cualquiera sea el destino elegido.

Sin embargo, en algunos funcionarios la idea sería que sólo fuera un porcentaje. Otro tema es cuál será el precio de esos billetes, según algún confiable “off de record” el precio debiera ser según las tarifas vigentes en el momento en que se compre el respectivo pasaje y según las condiciones de venta elegidas, y solo aplicaría a la tarifa “economy”. Según también fuentes confiables, otra idea seria fijar una “tarifario especifico” que se confeccionaría al efecto.

En un primer paso este beneficio solo regiría para viajeros nacionales de Uruguay, Chile y Brasil.

Todo este esquema está condicionado a que se abran las fronteras, no se exijan cuarentenas y que el viajero acredite estar debidamente vacunado con las dosis prescriptas por el laboratorio que las fabricó, dos dosis, o una sola como la Janssen de Johnson & Johnson.

Hay otros factores que se deben tener en cuenta, que son las posibles restricciones que podrían imponer los países emisores, dado el bajo nivel de vacunación completa de Argentina (dos dosis) que sólo llegaba en la fecha (24/8/21) al 27%.

Es obvio que “el turismo” celebra estas políticas de beneficios, ya que sólo se piensa en el efecto inmediato.

Para el Estado, este “beneficio” parecer ser un juego de “resta cero”, ya que se pagará con emisión, que es lo mismo decir con más deuda y más inflación.

El Ministro de Hacienda Martin Guzmán acaba de decir que el gobierno no bajará el gasto, pero no explicó cómo se financiará ese gasto que “no se bajará”.

Si se financia con emisión, como fatalmente ocurrirá, habrá mas presión sobre el tipo de cambio. En ese supuesto habrá que devaluar, lo que impactará más aún en la pérdida de valor del salario real y en el consecuente encarecimiento del costo de vida. Más inflación.

Otra alternativa que ya ha sido enunciada por voceros del oficialismo es otro incremento de impuestos, lo que neutralizará el efecto inmediato del “beneficio tarifario” y profundizará la crisis del sector turístico.

Como se ve, las alternativas del dilema son igualmente malas para la industria del turismo y para la economía en general.

Como se ve, este “beneficio” sólo logra sumar negativos para las finanzas locales, el costo del beneficio, más el costo de su financiamiento, lo que da como resultado más déficit fiscal.

Este tipo de “soluciones” son consecuencia de la desesperación del gobierno o de algunos de sus funcionarios, que creen que huyendo hacia adelante se puede llegar a buen puerto.

Para “el turismo” que está en grave crisis, este “beneficio” no es más que lo que se logra con los tratamientos médicos del dolor, aplicando dosis máximas de morfina, se evita el sufrimiento, nada más.

Me cuesta entender el optimismo expresado por Gustavo Hani, presidente de CAT y FAEVYT, cuando dijo que ese tipo de medidas promueven la reactivación del sector. Puede tener razón cuando dice que ese incentivo facilitará el arribo de turistas extranjeros, pero eso no quiere decir que su nivel de gasto compense el costo del beneficio.

Está de más decir que la cosa pasa por otro lado y la recuperación de la economía requiere medidas generales que promuevan la inversión genuina, tanto nacional como extranjera.

Esta medida puntual es fruto de la desesperación y su efecto global será opuesto al buscado.

No es una medida para celebrar…

Portal de América

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