Nos preocupa el transporte aéreo y el turismo, en verdad debería preocuparnos la política que no sólo en la Argentina, sino en muchos otros países, no atina ni comprende que lo peor que podemos hacer es usar un método binario, “peste “o “vida”, dicho de otro modo, usar falsos opuestos.

Una vez más los contagiados en el mundo a la fecha están en alrededor de 130 millones y las muertes en 3 millones de personas. Las muertes suman un promedio de 8.219 personas por día, el 5,2% de las muertes diarias ocurridas durante 2019 en el mundo. Los contagios sobre el total de la población mundial son del 1,7%.

Con esto no quiero restar importancia a la cuestión, pero es obvio que estos números no son excluyentes como para paralizarnos como sociedad y enfermarnos a nivel personal por afecciones que los especialistas en diversas ciencias están comenzando a exponer en sus estudios.

Ya se han comprobado casos de anomalías, especialmente en niños nacidos a partir de 2016, como demoras en aprender a hablar, problemas de socialización con la propia familia, abandono de estudios en el segmento de 10 a 18 años.

En la Argentina, podría afectar a más de 1.5 millón de chicos.

En personas de más edad hay descuido en patologías preexistentes, abandono de tratamientos, esto referido a la parte médica.

Finalmente, se estarían detectando un incremento inusual en conflictos familiares entre padres y de padres con sus hijos.

En lo económico, las consecuencias aún no han sido debidamente mensuradas, pero en el transporte aéreo y el turismo sabemos que el parate tuvo el efecto de una explosión atómica.

Volviendo a los números expuestos, que demostrarían más que nada riesgo de contagio más que fatalidades humanas, lo que sorprende es que la política no haya encontrado el modo de administrar la convivencia entre la “peste” y la gente.

Lo que vemos que se ha logrado atemorizar a las sociedades y a la vez generar un mayor nivel de agitación social y una exigencia lindante con la perfección absoluta con los planes de vacunación, lo que generara otro nivel de dificultades en la gobernabilidad de los países.

En el ínterin ocurren cosas que pasan inadvertidas y que la prensa mundial no le presta atención, y otros referidos, concretamente a la Argentina, que ponen en evidencia nuestro estado de indefensión.

Hace dos sábados China e Irán han celebrado un acuerdo de cooperación por medio del cual China volcará millones de dólares para acelerar su desarrollo, lo que significa que pondrá pie definitivamente, o por un buen lapso, en un área conflictiva y esquiva para nuestro Occidente.

China a su vez ha recuperado niveles de crecimiento pre “peste” y apunta a consolidar su poder en su zona de influencia en abierto desafío a las políticas de los EEUU, que a su vez parecería que tampoco encuentra la vuelta para impedir la penetración China en nuestra región.

Argentina, pese a su “sumisión” más que asociación con China, debió pagar anticipadamente cada vacuna comprada a Sinopharm al precio de u$s 39.00 cada una, dado que no se aceptó recurrir al SWAP de monedas convenido desde la época del gobierno de Cristina.

Es decir, tampoco seríamos confiables en la sumisión. No somos confiables ni para los chinos….

Es probable que a partir del lunes 5 de abril se impongan nuevas restricciones en un nivel “soft”, cabe preguntarse, ¿entonces para qué se imponen….?

Lo cierto es que el turismo y el transporte aéreo seguían “cepeados” en el orden internacional. De hecho, el turismo de cabotaje quedará reducido a una mínima expresión de la sociedad y el gobierno deberá una vez más cubrir las pérdidas de Aerolíneas Argentinas, cuando escasean fondos para comprar vacunas.

El país gastó u$s 3.300.000 para traer desde Rusia más o menos unos 4 millones de vacunas en once vuelos de Aerolíneas Argentinas, cuando ese volumen se podría haber transportado en solo dos vuelos a un costo aproximado de u$s 700.000.

Me dirán esto no fue posible porque Rusia entrega dosis por cuenta gotas…

La sumisión tiene un costo y la ideología lo potencia.

Me pregunto, si estos números que he mostrado en esta nota se difundieran más, quizás las cosas podrían ser un poco mejores, pero parece que es más negocio hablar de muertes y contagios…

En fin, la cosa seria “alarmar” o “calmar”, lo que no quiere decir incitar al descuido personal.

Queda clara cuál es la acción u opción que propongo, debemos calmar a la sociedad y convivir con la peste, como lo hacemos con los males que forman parte de la vida.

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