La administradora de la ANAC, Paola Tamburelli, según informa el portal referido, habría advertido a la Ciudad de Buenos Aires sobre la inconveniencia de desarrollar el proyecto del llamado “distrito joven” que se construiría en las inmediaciones del Aeroparque metropolitano.

Como no podía ser de otro modo, el enano ideológico no podía estar ausente, y fruto de su inconsciente o de su consciente oportunismo se refiere a la “construcción de torres de lujo”, lo que nada tiene que ver, ya que si hay gente con capacidad para comprar lujo, mientras se trate de dinero legítimamente obtenido, no habría nada para cuestionar.

La referencia a “torres de lujo” es una superfetacion, ya que si esas construcciones pueden poner en riesgo las operaciones del Aeropuerto, poca importancia tiene que fueran o no de lujo, salvo que para Paola Tamburelli, si fueren torres para gente pobre, el riesgo se eliminaría, que es lo que parece estar diciendo, de paso queda bien con Cristina, con su séquito y con quien la designó para la función, como funcionaria queda muy pequeña.

En lo personal estoy de acuerdo con lo que parece ser una decisión de la ANAC razonable, ya que nuestra ciudad fue construida no solo de espaldas al rio sino a su vez, casi impidiendo su acceso y su vista.

Puede ser que el proyecto se haya diseñado al milímetro, pero la seguridad no depende del milimitraje sino del criterio con que se concibió la idea, que no parece ser el mejor.

Pienso que se debe pensar en proyectos de acceso público, diría, en paseos donde se pueda hacer culto al ocio, tan necesario en estos momentos y en los que vendrán para facilitar la recuperación de los trastornos que deja y dejará esta pandemia que ha provocado reacciones irracionales por parte de la mayoría de los gobiernos.

En este momento llama la atención el candado a la libertad de expresión que está imponiendo china sobre la cuestión de “la peste” sobre toda la población de Wuhan y los médicos. Cabe decir “Por algo lo habrán hecho…”

A la fecha, la cantidad de casos, 50 millones en números redondos, abarcó al 0,006 de la población mundial, la desproporción es tremenda. La cantidad de muertos ronda el 1% de los casos, sería algo más del 0,0001 del total.

El desastre económico aún no es posible calcularlo ni estimarlo, y el impacto en el turismo y el transporte aéreo ha sido tremendo; en cuestión de días se pasó a una caída de más del 80% y actualmente el transporte aéreo, como gran cosa está en un nivel del 30% de hace un año.

No soy conspirativo ni paranoico, pero esta peste puso al descubierto la debilidad de las sociedades frente a los intentos de condicionamiento de las conductas, en especial frente a los gobiernos republicanos y democráticos.

En la Argentina el gobierno está ensayando un modo de convertir su ineptitud en mérito al proponernos el método contrafáctico, señalando que los casos y los muertos pudieron haber sido muchos más. También cabría pensar que podrían haber sido muchos menos.

Volviendo a la cuestión del Aeroparque, hubiera sido bueno que la ANAC se oponga al proyecto de la ciudad con fundamentos más racionales y más éticos como lo decíamos más arriba.

Al país le sobra espacio para desarrollar hasta la creación de nuevos pueblos o ciudades, pero falta imaginación para pensar en la gente.
“La política no tiene que ser lo que la gente cree que es, puede ser otra cosa”, como lo escribió Barak Obama.

El proyecto de la ciudad es más de lo mismo, y personalmente pienso que es fruto de una pésima idea. Quienes pretenden presentar una nueva forma de hacer política, terminan también en lo que llamaría “populismo de los más favorecidos”, parafraseando a Laclau.

Esto también es malo.

Portal de América