Mi experiencia “Covid-19”
Domingo, 01 Noviembre 2020 11:25

Mi experiencia “Covid-19”

París es un leading case entre las grandes urbes que apuestan por un innovador modelo urbano: el de la ciudad de los 15 minutos. Se trata de un nuevo paradigma citadino con foco ambiental, que privilegia la proximidad y que apunta a rediseñar los barrios para que los vecinos puedan resolver todas sus necesidades cotidianas (vivir, trabajar, estudiar, hacer trámites, compras, deportes, etcétera) trasladándose en un radio de apenas 15 minutos a pie o a lo sumo en bicicleta”. Manuel Torino. La Nacion.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires, (Cornelius Castoriadis decía en una de sus últimas conferencias: “El reino de la autonomía empieza donde termina el reino de la certidumbre. Los humanos pueden ser autónomos o sentir autoconfianza…pero no las dos cosas al mismo tiempo” a su vez Zygmunt Bauman agrega: “Del mismo modo que la admisión de la propia responsabilidad por las virtudes y los vicios de los propios actos, caracteriza al individuo genuinamente autónomo…” solo los que se saben autónomos son los que creen que las instituciones y la vida en la sociedad podrían ser mejores de lo que son)

El Covid-19” o la peste, mas allá de las cuarentenas, las vacunas, el modo absurdo de presentar las estadísticas señalando contagios, recuperados y muertos sin referencia a ningún parámetro comparativo, puso de manifiesto nuestra falta de reflexión crítica o capacidad para pensar y las consecuencias que ello ha tenido.

Asi se ha dinamitado la economía mundial y particularmente el turismo y el transporte aéreo, es decir la economía de servicios, delante de nuestras narices. Los psicólogos podrían decir que gracias a la peste hemos podido transferir legítimamente a “otros” (la peste) las causas y efectos de nuestros errores y fracasos individuales, y encontramos justificación para pedir ayudas a los Estados, como si los recursos necesarios para ello provinieran de seres extraterrestres. No asumimos que todo lo que venga de arriba se pagará con impuestos, en ese momento nos pondremos los “chalecos amarillos” creyendo que asi surgirá una respuesta mágica, una multiplicación de panes y peces…los milagros están reservados a las religiones.

Más allá de las observaciones mencionadas pienso que lo esencial es analizar las experiencias causadas por “la peste”.

Muchos de nuestros hábitos de vida serán cuando menos puestos en tela de juicio.

Uno de ellos es el trabajo a distancia. Hay empleadores que han comenzado una política de reducción de gastos prescindiendo de activos fijos inmobiliarios o bien cancelando o no renovando contratos de locación.

Me contaba un alto ejecutivo que había puesto en venta la mitad de los espacios destinados a “oficinas” y a la vez habían cancelado el alquiler de una treintena de cocheras en la zona del microcentro. Esto indirectamente llevó a una baja de los precios de las cocheras mensuales por la baja de la demanda. Hoy pagaríamos en valores nominales un 40% menos, me acotaba.

“Nos dimos cuenta, agregaba, que con el teletrabajo por lo menos no bajamos rendimiento ni productividad, y ahorramos mucho dinero que ahora advertimos que era dinero mal gastado. Si no hubiera sido por estas cuarentenas ya vitalicias, no nos habríamos dado cuenta”.

A su vez la gente tuvo un incremento indirecto de salarios, ya que al no tener que viajar al lugar de trabajo ahorran en transporte y en meriendas. Acá viene a cuento la referencia del copete que es lo que se está dando en llamar “la ciudad de los quince minutos”.

- Ahora bien, esa lejanía que impone el teletrabajo ¿no afecta eso que llamaría “afecto laboral”?

- "Puede ser, por eso nosotros hemos elaborado un sistema de encuentros periódicos, aún no sabemos si hacerlos en las oficinas que mantenenos o bien bajo la forma de eventos programados. Mirá, para las fiestas de fin de año estamos pensando, según varíe el rigor de la “cuarentena”, organizar diversos encuentros de no más de diez personas en cada uno de ellos, en los que obrará como anfitrión un funcionario de máximo nivel, si es posible con su familia. La idea es establecer un tipo de vinculación laboral diferente, más personalizada, mostrar que somos iguales y que queremos escuchar, no solo oír".

- ¿Toda la gente tiene posibilidades de trabajar desde sus casas?, pregunté.

- "Nosotros hicimos un relevamiento entre las personas que pasaron a trabajar desde sus casas.  Hubo casos que nos dimos cuenta que no era posible, no solo por la dimensión de sus hogares, sino por las diversas situaciones familiares. Eso habrá sido un 25% de casos. En otros tuvimos que ofrecer equipos modernos o bien ceder en comodato en aquellos casos que había un sólo computador en el domicilio, esto pasó en un 50% de casos. El resto, en realidad sólo un 25% no necesitaban ningún tipo de apoyo específico".

- Esto un poco nos pone de frente a una situación social difícil, comenté.

- "Si, nuestro personal en términos comparativos tenía buenos sueldos, con la pandemia hubo un deterioro ya que también bajaron los ingresos, y sólo en el mes de mayo solicitamos la ayuda del estado, hasta que logramos un nuevo equilibrio económico unos escalones más abajo. Aún no lo vemos en lo financiero ya que el ahorro solo se notó en las locaciones rescindidas, en los bienes que eran nuestros están en venta desde junio, hasta ahora sin novedades, en algún momento alguien los comprará".

En mis dos actividades personales, la abogacía y el periodismo, visto en la perspectiva que va desde aquel 19 de marzo a la fecha, también nuestra vida, la de mi mujer y la mía cambiaron bastante, algunas en cosas triviales pero que hacen a la vida.

Nos dimos cuenta que podíamos vivir con una mejor calidad de vida personal gastando menos dinero.

Contaré a guisa de ejemplo una initimidad. En casa cocino todas las noches y para no seguir una rutina, intenté hacer variaciones sobre diferentes modos de preparar los alimentos básicos, carnes, aves pescado y  pastas, combinando con verduras, asi tenemos un menú semanal como base que siempre tiene algo distinto. A veces las combinaciones salen bien y otras mal, pero hemos hecho de cada cena un evento diferente y hasta divertido, en especial cuando algo sale mal, allí aparecen las típicas discusiones matrimoniales. A mi mujer le irrita que sus enojos me resulten divertidos…por suerte siempre terminamos bien.

Nos dimos cuenta que podemos prescindir del transporte público, caminamos mucho más, para “mantener la distancia”, o cuando tenemos que ir mas lejos vamos en nuestro Peugeot. Los dos hacemos nuestras rutinas físicas en casa. En mi caso por prescripción médica, soy cardíaco, mi mujer por el placer de la gimnasia y mantener su peso en los 60 Kg.

Los fines de semana aprovechamos para recorrer el conurbano y de paso logro material para algunas de mis notas, y así advierto que el Estado no está donde debería estar, pese a que su presupuesto insume un gasto del 42% del PBI.

Les doy un solo ejemplo, desde el 19 de marzo a la fecha sólo dos veces nos fue solicitada la documentación que nos habilita para circular interjurisdiccionalmente.

Tampoco hemos visto presencia policial en la Provincia de Buenos Aires, en eso se nota una diferencia con la ciudad de Buenos Aires.

Hemos ido por rutas interiores desde Tigre hasta Capilla del Señor o desde Buenos Aires hasta Adrogué, yendo por Avenida Pavón y regresando por el llamado Camino Negro, sin ver un solo policía, en algún lugar un patrullero detenido sobre un costado, sin nadie adentro.

Advertimos el deterioro en muchos barrios de clase media, media hacia abajo, de pavimentos y veredas, una muestra de desaprensión en el cuidado y mantenimiento de los bienes públicos, nos hemos topado con calles en las que era imposible circular y gente caminado por las calles por el pésimo estado de las veredas.

En eso que llamamos AMBA se palpa nuestra decadencia como sociedad, y uno le encuentra cierta lógica a la “protesta social” que aún es pacifica, se limita a cortes de calles y manifestaciones.

Entre tanto, como lo decía Ernesto Sanz, ese sagaz dirigente de la UCR, nuestra agenda sigue fijada en la batalla entre nuestros fracasos y los de ellos, por eso la Argentina fracasa.

Para terminar, “la peste” nos puso frente a un espejo que, gracias a Dios, a muchos de nosotros nos hizo ver que se podría vivir de otro modo.

Sólo es necesario hacernos responsables y hacer un buen uso de nuestras libertades.

En lo personal creo que estamos logrando colorear nuestro trabajo con las diversas tonalidades del “ocio”.

Como ven, la cuarentena puede tener su lado positivo.

Portal de América

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