Argentina: la crisis del turismo local y la explosión de la pobreza
Miércoles, 28 Octubre 2020 17:30

Argentina: la crisis del turismo local y la explosión de la pobreza

El lanzamiento del programa Previaje fue muy bien recibido en todo el sector. No hubo ni un prestador que no lo elogiara por su audacia, por la enorme inversión que supone de parte del Estado y por su originalidad. Sin embargo, a tres días de que finalice la precompra para viajar en enero y febrero (a partir de noviembre se podrán adquirir viajes con este beneficio, pero para salidas a partir de marzo de 2021), el nivel de ventas se mantuvo muy por debajo de lo esperado. El mensajero.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (la rueda bursátil viene mal acá y afuera, no padecemos un problema cambiario, pasa que no tenemos ni moneda ni sistema económico, así es imposible)

Todos los medios especializados en turismo que he recibido dan cuenta de la crisis del sector, pero hacen base en la caída vertical de la importación de turismo, que parece ser el segmento más rentable, comparado con el turismo local.

No voy a insistir en la gravedad de la cuestión, sino más bien en la causa real de esa caída que “la peste” puso al desnudo como leí en alguno de esos medios, que no es ni más ni menos que lo que llamaría la crisis social que nos afecta desde antes de su llegada y que personalmente venia insinuando en mis notas.

Cuando el gobierno anterior lanzó lo que llamó “la revolución de los aviones “con su carga de acné adolescente, comencé a prevenir sobre el reducido tamaño del mercado para el transporte aéreo y para el turismo, que por otra parte ya venía cayendo, sea por las devaluaciones, sea por la pérdida de poder adquisitivo del salario, sea por la caída en términos relativos de nuestro PBI, sea por la caída del empleo privado, sea por la duplicación del gasto público en un lapso de muy pocos años, de 2003 a 2011. Esa fue la estimación que en marzo de 2012 el actual presidente Alberto Fernandez hizo ante el periodista Marcelo Longobardi. En honor a la verdad, según estimaciones más serias en ese lapso el gasto habría aumentado sólo 14 puntos, de todos modos una barbaridad.

Si analizamos los informes del INDEC y los del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA veríamos como se venía deteriorando la situación, que las previsiones más racionales insinuaban incrementos de la pobreza y caída del salario real, lo que para el transporte aéreo y el turismo no era una buena señal.

El endeudamiento para financiar gasto contraído durante el mal gobierno de Mauricio Macri mantuvo a nuestro peso sobrevaluado, lo que facilitó la importación de turismo, caracterizada también por un nivel de recurrencia que algunos agentes estimaron en dos viajes al año promedio por persona.

Cuando se acabó el endeudamiento ya el turismo comenzó a respirar el aire de la crisis, y ya a fines de 2018 se comenzaban a oír quejas sobre la caída de la actividad. Algunos agentes comenzaron a reducir gastos y los más precavidos a evitar el endeudamiento, por lo menos son comentarios de los que puedo dar fe.

Es cierto, “la peste” fue fulminante y la actividad cayó no digo un 100% pero no tan lejos, y además fue horizontal y vertical, impactó en el transporte aéreo y desde luego en todos los países “exportadores” de turismo.

“La peste” trajo otro efecto que no se pondera cuando se hacen estimaciones sobre eventuales recuperaciones que los optimistas ven para el próximo verano boreal, otros para fines del próximo año y otros, creo más realistas, para dentro de un lustro. Ese efecto es el incremento del desempleo en el mundo, no solo en el turismo, sino también la pérdida salarial, aunque en algunos países los seguros de desempleo no dejan de ser generosos. A esto debemos sumar el hecho que no tenemos experiencia sobre cómo reaccionará la gente “post peste”.

Es probable que en el segmento más joven, entre 20 y 35 años, explote la demanda, pero también será un segmento con poca capacidad de gasto, lo que significa que los destinos se elegirán por su menor costo.

También caerán los viajes programados por empresas, ya que la tecnología actual permite hacer comunicaciones virtuales con la realidad de la presencia física. Me consta que empresas que tenían gente distribuida por el mundo, han comenzado a la repatriación, lo que significara también una reducción del mercado, ya que de ese modo se pone fin a los viajes de “turismo familiar”.

En este ínterín habrá que ver qué capacidad tiene la industria de servicios turísticos para aguantar. Los hoteles están en problemas y es probable que debido al exceso de oferta, muchos tengan que cambiar de destino, como ya lo hemos dicho.

En el caso de la Argentina es imposible reclamar ayuda al estado, ya que por más buena voluntad carece de recursos, pero además toda la economía argentina está en la misma situación.

En la ley 27563 se creó un subsidio del 50% para facilitar el turismo local, como recogimos en el comentario que nos sirve de copete, el uso de ese beneficio estaría solo en un 20%, lo que es otro reflejo de nuestra crisis social, la gente no tiene capacidad económica para gastar en turismo y muchos temen por la inseguridad de la continuidad de su fuente laboral.

Lo que tenemos que poner en mira es cómo sacar a la Argentina de esta decadencia crónica y fatal.

En mi opinión, esta crisis actual era previsible, no en su magnitud, potenciada por “la peste”, pero el turismo como actividad, igual que el transporte aéreo pecó por ingenuidad, por aquello que siempre hay una cosecha que nos salva, tampoco el tiempo parece ayudar a ese sector.

Los que se animen con la “exportación” de turismo tendrán más oportunidades, pero no será en lo inmediato.

Además, deberíamos integrar el turismo regional, esto se puede comenzar ya.

No esperemos ayudas, no hay con que…

Portal de América

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